viernes, 9 de enero de 2015

"el que tiene sed" - 2


"... Lo que  no decían los libros, lo que nadie había escrito, era esto que Esteban sentía ahora: lo innoble, lo sucio, lo infame que es el lugar por donde deambula, como por su jardín, el alcohólico. Su jardín. La ropa manchada, sudorosa y maloliente, desparramada por todas partes. El olor a orina, y a algo peor que a vómito: a podredumbre. A pura y nada poética mierda, sí señor. ... Esto era finalmente el alcohol, y quizá sobre todo era esto. Sólo un alcohólico podía deambular por su inmundicia sin que lo matara el asco..."


..................


“… Y ahora volvamos a mi Piedra de Rosetta, a nuestro asunto. El hígado, el lugar de la batalla, el aulladero humano. .. La víscera donde combaten Dios y Satanás.

… el hígado es el intermediario entre el hijo y la madre, el hígado, ya en el origen, creaba por sí mismo su propia sangre y era el mensajero entre tu sangre incipiente y la de la madre que te parió,el puente entre lo anárquico, primitivo, caótico y pluripotencial y la divina y espiritual libertad creadora que después llamamos hombre. Y nunca deja de serlo. Es lo estructurante, y lo humanamente temporal e histórico. Marca, pauta, graba lo vivido y esconde en su centro la nostalgia del lugar al que no se puede retornar. Por eso el hígado de un alcohólico, hijo, al desintegrarse, desanda el camino hacia las Grandes Madres fáusticas. Se agranda, vuelven a permeabilizarse las venas umbilicales…, se descangalla, distorsiona y anarquiza, como al principio. Y qué pasa. Se hace incapaz de conjugar la bilirrubina y reproduce una ictericia similar a la del recién nacido. Y no es todo. Se produce ascitis, que es como hablar del líquido amniótico de la etapa prenatal. Hay una vuelta a la estructura del feto… Sólo que para esa etapa, hijo querido, no hay panza materna alguna. No hay Madre Nutricia. Hay un sujeto adulto con hígado de niño, de angelito, un sólido huérfano o hijo de puta…


Ahí tenés el mito de Prometeo del siglo veinte, paparulo. Por eso los gavilanes de la cirrosis nos van a comer el hígado. Porque es el Intermediario, siempre lo fue. El Mensajero, el serafín que vuela entre el hombre y la divinidad. Entre la razón y la locura.”



...................


"... Y ahora atenti, porque cambio de tono, lo agarro por sorpresa y le chanto mi pregunta. Ahí va. Cuánto hace que dejó la bebida. Vamos, rápido.

-Seis meses y catorce días.

Y Esteban se sintió caer en una trampa. Exactamente caer. Como un vacío en el vientre, como si de pronto cediera el suelo bajo sus pies.

-Se da cuenta. Si lo apuro un poco más me dice hasta las horas. Usted, Espósito, nunca dejó de tomar. Ya no se trata de ser o no alcohólico. Usted todavía está borracho..."


..................



"... Por ahí no se nos emborracha nunca jamás. Le lavo las tripas, lo psicoterapeutizo, lo amenazo con ratones. Pero se es alcohólico como se es barrigón. Baruch Spinoza lo dijo del Ser. Toda cosa anhela perseverar en su ser. El alcohólico, es. Chupe o no..."






Abelardo Castillo,  fragmentos de "El que tiene sed", Seix Barral, 2005