Empiece por romper los
espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese.
Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho
después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las
piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien
encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de
amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de
caballo.
Después compre solfeos y un
frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.
Julio Cortázar, "Instrucciones para cantar" en "Historias de Cronopios y de Famas", Alfaguara