lunes, 29 de diciembre de 2014

por la tolerancia

"...toda la vida termina en la noche, pero iluminarla es vuestra misión..."

palabras de Elie Wiesel (sobreviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz 1986)
en la inauguración del Monumento a la Tolerancia, en Sevilla,
creado por el escultor Eduardo Chillida,
a favor de la convivencia entre
cristianos, judíos y musulmanes


(foto de MP, 2011)




sábado, 27 de diciembre de 2014

cuando la publicidad es un placer...





Este spot de Air France 2011 se llamó "El vuelo",
sus bailarines son Benjamin Millepied y Virginie Caussin,
el lugar: en el desierto marroquí, Ouarzazate, un espejo de 400 metros cuadrados
que reflejaba al cielo y a los bailarines
la música: adagio del concierto para piano número 23 de Mozart,
por la orquesta sinfónica "Les Siecles"











lunes, 22 de diciembre de 2014

balada para mi muerte

Hoy vuelvo a subir este "poema" cantado por la increíble Mina, y escrito por Horacio Ferrer, en su recuerdo:



Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.


Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,

mi penúltimo whisky quedará sin beber,

llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.



Hoy que Dios me deja de soñar,

a mi olvido iré por Santa Fe,

sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrázame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.



Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,

que es la hora en que mueren los que saben morir.

Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.



Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,

como sombras fugadas de un cansado ballet,

repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.



Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,

guardaré mansamente las cosas de vivir,

mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.



Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,

mi penúltimo whisky quedará sin beber,

llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!







Mina & Astor Piazzolla, "Balada para mi muerte", letra de Horacio Ferrer



miércoles, 17 de diciembre de 2014

heme aquí raíz...


fotografía de Mónica Pía (orillas del río Colorado, Neuquén, 2013)



Heme aquí raíz,
savia de impulsos ascendentes,
madre aún,
posible siempre,
anticipada gestación
de un porvenir intruso,
intrusa de un presente
que desestima
el valor de nacer
a sí mismo de nuevo.
Heme aquí clavando
mis ojos
de savia encarcelada
en los troncos vacíos de los árboles
muertos,
heme aquí creyendo,
queriendo creer
en la impostura de las ruinas,
en el candor del desastre,
el valor de lo opaco,
la calidez del humo en los rescoldos.
Heme aquí,
heme aquí,
he aquí que me atrevo
a creer en las ruinas.

¡Me atrevo a creer en las ruinas!






Chantal Maillard, "Heme aquí raíz" en "Conjuros", 2001






jueves, 11 de diciembre de 2014

cuando la prosa es un poema...

407.

Dios me creó para niño, y me mantuvo niño siempre. ¿Pero por qué permitió que la Vida me golpease y me quitase los juguetes, y me dejase solo en el recreo, arrugando con manos tan débiles el delantal azul sucio a fuerza de tantas lágrimas derramadas? ¿Si yo no podía vivir sino mimado, por qué me privaron del cariño? Ah, cada vez que veo en las calles un niño que llora, un niño exiliado de los otros, me duele, más que la tristeza del niño, el horror desprevenido de mi corazón exhausto. Me sufro con todo el peso de la vida sentida, y son mías las manos que retuercen la punta del delantal, mías las bocas torcidas por el llanto verdadero, mía la debilidad, mía la soledad, y las risas de la vida adulta que pasa me usan como luces de fósforos frotados en el estuche sensible de mi corazón.






Fernando Pessoa como Bernardo Soares, "407" en "Libro del desasosiego", Emecé, 2010



miércoles, 3 de diciembre de 2014

escribir cartas...



139

Aprendí a escribir para escribirte cartas
Aprendí a leer para leer tus cartas
Aprendí a contar para contar tus cartas
Aprendí a caminar para no hacer ningún paso hacia ti.


189

Voy a escribirte cartas
donde no habrá ni una palabra
de coquetería, de juego, de bravata,
de halago, de mentira, de afectación,
de piedad, de insolencia, de maldad,
de especulación, de alienación…
Voy a escribirte cartas
donde no habrá ni una palabra.





Vera Pavlova, 139 y 189 en “Letras a la habitación de al lado. Mil y un poemas de amor"



lunes, 24 de noviembre de 2014

revelación



Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo solo a medias
y ya casi no como.



No es posible vivir
con ese rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.







Rosario Castellanos, http://amediavoz.com/castellanos.htm




viernes, 21 de noviembre de 2014

Sigmund Freud - Hilda Doolittle (1)


Era hermoso
el viejo
yo lo sabía sabio
y encontré verdades sin medida
en sus palabras,
su mandato
fue definitivo.

(¿Cómo entendía?)

Cuando viajé a Mileto
para alcanzar la sabiduría,
dejé todo atrás,
me apuré,
trabajé hasta tarde,amanecí temprano;
o usé vestimentas simples
o intrincadas
nada se perdía,
cada vestido significaba algo,
“cada gesto es sabio”,
él pensó;
“nada está perdido”
él dijo;
me fui tarde a la cama
o temprano,
atrapé el sueño
amanecí soñando
y escribimos filosofía en el contenido del sueño,
yo era el contenido.
…………………………………………………………
Oh, él era bello
aún cuando aplastaba las palabras
contra los dientes,
él dijo,
“pronto estaré muerto
debo aprender de los jóvenes”.

Su tiranía era absoluta,
por lo que tuve que amarlo,
tuve que reconocer que estaba
más allá de los otros hombres,
cerca de Dios
(era tan viejo)
tuve que rogarle
perdón,
él lo aceptó
con su vieja cabeza
tan sabia,
tan hermosa
con su boca tan joven
y sus ojos.

Oh Dios,
deja que para él haya sorpresas en el cielo,
porque nadie salvo tú puedes inventar
algo apropiado
para él,
tan hermoso.

………………………………………………………...

Tuve dos amores separados;
sólo Dios, quien ama las montañas,
sabía por qué
y entendió
y le dijo al viejo
que explique

lo imposible

lo cual él hizo.

¿Qué le habrá dado Dios al viejo,
que hizo esto posible?

………………………………………………………...

No,
no vacilé,
vi todo el milagro,
sabía que el viejo volvía esto soportable,
pero ¿cómo podía él ver, más allá,
lo imposible?

¿Cómo pudo saber
que cada gesto de esta bailarina
sería hierático?
Palabras fueron garabateadas en papiros
palabras fueron escritas cuidadosamente,
cada palabra fue separada
aún cada palabra dirigida a otra palabra,
y todo hizo ritmo
en el aire,
hasta ahora no adivinado,
ignorado.

Yo estaba enojada con el viejo,
quería una respuesta,
una pulcra respuesta,
cuando discutí y dije “bueno, dígame,
usted morirá pronto,
el secreto yacerá con usted”,
él dijo,
“eres poeta”;

No deseaba ser tratada como una niña, una débil,
entonces dije,
(estaba enojada)
“no puedes durar para siempre,
el fuego de la sabiduría se va contigo,
he viajado hasta Mileto,
no puedes permanecer mucho más con nosotros,
he venido por una respuesta”.

Estaba enojada con el viejo,
con su charla sobre la fuerza del hombre,
estaba enojada con su misterio, con sus misterios,
discutí hasta que el día terminó.

Oh, era tarde,
y Dios perdonará mi furia,
pero yo no podía aceptar.
Él perturbará el pensamiento de los hombres
aún por mucho tiempo,
ellos viajarán a lo ancho y a lo largo
discutirán todos sus trabajos escritos,
su pluma será sagrada
construirán un templo
y guardarán sus escritos,
y los hombres vendrán
y pelearán
pero él estará a salvo;
erigirán templos en su nombre,
su fama
será tan grande
que cualquiera que lo haya conocido
también será aclamado maestro,
profetizar,
interpretar.

Sólo yo,
yo escaparé.

Y fue él, él mismo, quien me liberó
de profetizar,
él no dijo
“quédate,
mi discípula”,
no dijo,
“escribe,
cada palabra que yo diga será sagrada”,
no dijo “enseña”
no dijo,
“cura
o pon el sello
a documentos en mi nombre”.

No,
él era bastante indiferente,
“no discutiremos eso”
(dijo)
“eres poeta”.

Entonces me alejé
algo cegada por esa clase terrible de lágrimas
que no caen;
dije adiós
y vi su vieja cabeza
cuando se daba vuelta
mientras abandonaba la habitación
dejándome sola
con sus viejos trofeos,
los mármoles, los vasos, la esfinge de piedra,
los viejos, viejos cántaros egipcios;
me dejó sola con esas cosas
y su vieja espalda estaba encorvada.





Hilda Doolittle, Fragmento de su poema "El Maestro", dedicado a Freud, Traducción Martha Pérez, El Sigma, 18/08/05






lunes, 17 de noviembre de 2014

atardece



es la hora en la que el vivir duda.

una línea en sesgo dibuja
sobre la medianera
de un edificio
la frontera entre el día y su sombra

la avidez y el abatimiento.

ni más allá ni más acá: ni dios ni
yo, sólo márgenes,
líneas

fatiga de nombrar los afueras
de cada nombre

cornisas y umbral hacia lo que calla,
lo que sólo el fracaso, a veces,
                            en algún atardecer, escucha.

al comienzo se busca
lo alto, después, caída a caída,
                            se muere raíces.






Hugo Mujica, “Atardece” en “Noche abierta”, Pre-textos Poesía, 1999


lunes, 10 de noviembre de 2014

"...por alguna herida que no ubico"


            La mirada, la mía, adherida a los chirridos de las cosas. Mundo de silencio. Yo preciso inventarme en la noche, con palabras que tanto me cuestan. Y es siempre la sed ávida, aviesa, triste, como llevar un color marchito en la mano, una pluma desplumada. Me trago mi sed, me la bebo, la rumio con hastío invisible. Cada noche mi mirada se rebela. Mis ojos se toman en serio, se recuerdan, se comprometen: descartan los muelles y el río y los libros y las caras que sucedieron bajo el sol de agosto. Se abren mis ojos. Me obligan a seguirlos por altitudes de sombra y silencio y vientos y frío.

            Pero para saberlo necesito escribir. Sola no puedo enterarme de mí ni lo deseo. La complicidad de la palabra que mis ojos enjaulan es una especie de campana de mi soledad. Cuando leo que dije soledad o silencio me descubro al instante, en un rincón de la habitación miedosa y perdida pero reencontrada de alguna manera. Aunque nada de esto tenga que ver con la validez o deficiencia de lo que escribo, sé, de una manera visionaria, que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es vago, es lejano, pero lo sé y lo aseguro. Tal vez ya sienta los síntomas iniciales: dolor en donde se respira, sensación de estar perdiendo mucha sangre por alguna herida que no ubico.





Alejandra Pizarnik, fragmento del 11 de agosto de 1962 en “Diarios”, Lumen, 2010



viernes, 31 de octubre de 2014

carta lacaniana


Señor Contador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires S / D


    Señor: me dirijo a usted y por su intermedio a la Comisión Directiva de esa institución para dejar constancia escrita, vale decir "a la letra" (cfr. Écrits) de que en el acto de pago a mis conferencias sobre Edgar Poe ha quedado un residuo, como diría el doctor Lacan, que usted, como psicoanalista, debería poder analizar. Ante todo: me doy cuenta de la incompatibilidad que existe entre la función de contador y la de analista. El analista escucha; el que cuenta, o sea el contador, es el paciente. Que usted, doctor, deba sobrellevar en la Escuela Freudiana un cargo, el de contador, por completo antagónico con su profesión habitual, nos ha creado quizá este pequeño problema que, sin embargo, no puede ser resuelto transfiriéndomelo a mí. En cuestiones de sexo y de dinero, me han dicho que ha dicho Freud, hay que hablar claro. Puede que yo no fuera del todo explícito cuando fijé mis honorarios en setecientos cincuenta mil pesos por conferencia, pero muy oscuro no puedo haber sido puesto que eso fue, exactamente, lo que se me pagó por mi primera charla, y, para que la exactitud resultara incluso cronológica, tal pago se efectuó la misma noche del acto. Connotaciones prostibularias al margen, le hago notar que, en cambio, para mi segunda charla no sólo se decidió mitigar mis honorarios, sino que, concluido el acto, no había nadie en su oficina siquiera para informarme de la informal merma. Al día siguiente, y por procuración, me enteré de que sólo recibiría dos tercios de lo acordado (y, si no acordado, al menos re-cordado, por mí, que tenía presente lo acontecido la semana anterior), dos tercios, hago notar de paso, aleatoriamente desvalorizados por la súbita caída del peso argentino, devaluación que ni usted ni yo podíamos prever, aunque quizá el homo económicus que hay en usted, estimado contador-analista, esté más capacitado que yo para evaluar.

    O de otro modo: siento que, por lo menos, se me adeudan doscientos cincuenta mil pesos. Y digo "por lo menos" no porque reclame indexación por la citada caída del peso, sino porque, en casos como éste, se acostumbra, por lo menos, la cortesía de una disculpa.

    No he consultado esto con mi analista porque, acaso desdichadamente, no me analizo, tal vez usted pueda consultarlo con el suyo y lleguemos finalmente a un cuerdo acuerdo. Mientras tanto le confieso que mi planteo es puramente ético. Y por más de una razón. Si usted, doctor, ha leído bien a Freud y a Lacan advertirá, en primer término, que si yo no cobro por lo que hago, en realidad estoy pagando. Llamémosle a esto complejo de culpa y verá en qué aprieto me pone usted con su actitud: ¿qué error o falta de decoro cometí yo al dar esas conferencias (o antes, tal vez en mi infancia) para tener que pagar por ellas? Si no cobro, señor, deberé tal vez analizarme para descubrirlo, lo cual, espantosamente, me obligaría a pagar acaso innumerables sesiones a un psicoanalista para re-cobrar, pagando, lo que pagué por no cobrar. No puede ser ésta la solución. A menos que mi analista fuera usted y yo no le pagara, o yo lo analizara a usted cobrándole lo que me debe por mis conferencias, más unos centavos simbólicos, para evitarle una mala transferencia.

    La otra cuestión ética, es casi estética. Soy escritor. Hace veinticinco años que vengo luchando por la dignidad del trabajo intelectual. En una sociedad como la nuestra, parte de esa dignidad consiste en que la inteligencia sirva, materialmente, para vivir. Si usted hubiese estado presente en mis charlas sobre Edgar Poe ya sabría qué significó para ese hombre, asumir esa ética. Sin contar con que, de haber estado usted, la deuda de su institución conmigo sería menor en veinte mil pesos, ya que, poéticamente al menos, su pago de la entrada habría llegado a destino, como la carta famosa que recuperó el chevalier Dupin y que analizó el doctor Lacan. Pero acaso juzgo mal y usted estuvo. Entonces, señor, quedo su amigo, pues usted como analista ya pagó, aunque no a mí, y en todo caso escuchó lo que pienso sobre la ética, la poesía y la inteligencia, y no hace falta repetirlo.

Si esto es así, me disculpo yo. Y, al desagraviarlo, desagravio en efigie a toda la comisión directiva de la Escuela Freudiana, a la que dono esa residual tercera parte de mis honorarios para que, por ejemplo, hagan arreglar el micrófono que no siempre funciona como debe, por decirlo así.

    Saludo en usted cordialmente al analista, me despido para siempre del contador y, si ha tenido la paciencia de leer hasta el fin esta carta, deploro que esa paciencia lo haya convertido, por un rato, en mi paciente.





Abelardo Castillo, "Carta lacaniana" en “Las palabras y los días”, Editorial Seix Barral, Biblioteca Breve, San Pedro, 1981




sábado, 18 de octubre de 2014

"el que tiene sed" - 1


"...O no había descubierto esa misma tarde que no es el alcohol lo que emborracha. No es el alcohol, es el estado de ánimo, el estado de ánimo con que se lo toma. Y ella le creyó. Claro que cuando lo explicó estaba sobrio..."


"...Lo veía todo muy claro ahora... El mundo. Y su relación con el mundo. El por qué de su relación con el mundo y el por qué de su relación con Mara (con todas las mujeres, sí, pero especialmente con Mara), y el por qué de que a veces, durante la noche, todavía se creyera capaz de terminar su libro, y aun muchos otros libros que les hablaran a los hombres de otro hombre, de Esteban Espósito, con una voz tan angelicalmente bella y demoníaca que ellos se espantarían de sí mismos si eran perversos y, si no lo eran, quizás comprenderían que él de veras se había crucificado inmundanamente, y se estaba matando, y se había hecho odiar por todos los que alguna vez lo amaron y ya había dejado de amar, y casi no podía sentir un solo sentimiento humano, por la pasión de ser feliz... por la locura de que todo hombre y aun toda cosa fueran bellos y felices, motivo por el cual se fue convirtiendo en lo que era, un egoísta hijo de puta, un sórdido egoísta hijo de puta que se emborrachaba por miedo a vivir y se acostaba con otras mujeres por miedo a vivir y no era capaz de confesarle a Mara que nunca la había querido por miedo a vivir, y a dejarla vivir, y ya ni siquiera escribía por miedo a vivir."


"...Con una alegría angélica, con un dolor absoluto, purísimo, como el que debe sentir un animal con el vientre rajado, escribió. Escribió sobre su cobardía y su egoísmo, y era consciente incluso del egoísmo y la cobardía que significaba la liberación de escribirlo."


"...Y yo supe que no estaba preparado para nada de lo que fatalmente iba a ocurrir, no al menos sin antes echarle mano a esa botella, y aunque no tuviera la menor idea de qué era lo que iba a ocurrir, ignorancia que se debía, justamente, al hecho demencial de no haberle echado mano a la botella. Nadie puede captar la realidad real, el mundo y su variedad infinita, simultáneamente y tal como es, estando sobrio."


"...Mientras tanto pensé. Calmado y lúcido, pensé. Me sentía como una batería recién cargada, tragué la primera medida doble con la decisión con que un tigre en ayunas le da su primer dentellada a una media res, de inmediato me invadió una especie de felicidad clarividente que era lo más parecido del mundo a la salud perfecta... Ahí residen el misterio y el secreto del alcoholismo, y el que diga cualquier otra cosa miente. Que uno después se emborrache, es un accidente: el día que yo descubriese el límite, el inútil vaso donde esa felicidad se borra, el mundo iba a conocer una especie de Nuevo Elogio de la Locura que iba a dejar a Erasmo de Rotterdam a la altura de un gorgojo..."


"Tengo orden de no servirlo, señor" oyó Espósito.... Lo inesperado produce dos efectos. O por lo menos dos. Lo inesperado es el fundamento de lo cómico; ahí está uno de los efectos. El otro efecto es el miedo... Lo que Espósito pensó puede expresarse así: Yo siento que esto carece de gracia; yo tengo miedo."

  





Abelardo Castillo, fragmentos de "El que tiene sed", Seix Barral Biblioteca Abelardo Castillo, Grupo Editorial Planeta, 2005



domingo, 5 de octubre de 2014

Pablo Neruda y sus casas (3)


"Cantalao"

"Durante grandes años compartí mi vida con el mar. De haber disfrutado tanto del reposo y del trabajo en la soledad marina, me entró un vago remordimiento, ¿Y mis compañeros? ¿Mis amigos o enemigos escritores? ¿Tendrán ellos este lujo creativo de trabajar y descansar frente al océano?"  escribió Neruda.






Por eso, cuando en Punta de Tralca –balneario cercano a Isla Negra- se pusieron terrenos en venta, el poeta reservó uno de 4.3 hectáreas para construir una colonia de escritores y científicos. Lo bautizó “Cantalao”, pueblo imaginario de uno de sus primeros poemas. Allí edificó esta cabañita de troncos, con puertas y ventanas con vidrios de colores, dirigida bien hacia el sur, e instaló un ancla simbolizando su deseo de permanecer en el lugar.

Neruda legó Cantalao al pueblo de Chile a fin de que se creara una entidad sin fines de lucro para la difusión de las letras, las artes y las ciencias, con el deseo de que se pudieran habilitar dependencias donde reunir a escritores, artistas, científicos, investigadores... La Fundación Pablo Neruda dice que este proyecto es una de sus tareas pendientes!




No se puede ingresar a la cabaña. 
Aquí, desde el exterior de una de sus ventanas ... mostrando el interior, el mar más allá de la cabaña
 y a su vez, reflejado el paisaje detrás de mí.




Tengo entendido que la Fundación mantiene un parque ecológico y de esculturas en la playa debajo del acantilado (yo no lo visité), además de un anfiteatro natural para eventos literarios y musicales.

así se ve la cabaña en la soledad del terreno
(las fotos son de marzo de 2012)


viernes, 3 de octubre de 2014

Pablo Neruda y sus casas (2)

"Isla Negra"

El mar

El Océano Pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana...




La casa de Isla Negra está inserta en un paisaje costero de mar, playa y roqueríos. Allí escribió "Una casa en la arena" (1966), de donde fueron extraídos los fragmentos expuestos.




"La llave

Me he dado cuenta de que cuanto extravío en la casa se lo ha llevado el mar. El mar se cuela de noche por agujeros de cerraduras, por debajo y encima de puertas y ventanas.

Como de noche, en la oscuridad, el mar es amarillo, yo sospeché sin comprobar su secreta invasión. Encontraba en el paragüero, o en las dulces orejas de María Celeste gotas de mar metálico, átomos de su máscara de oro. Porque el mar es seco de noche. Guardó su dimensión, su poderío, su oleaje, pero se transformó en una gran copa de aire sonoro, en un volumen inasible que se despojó de sus aguas. Por eso entra en mi casa, a saber qué tengo y cuánto tengo. Entra de noche, antes del alba: todo queda en la casa quieto y salobre, los platos, los cuchillos, las cosas restregadas por su salvaje contacto no perdieron nada, pero se asustaron cuando el mar entró con todos sus ojos de gato amarillo.

Así perdí la llave, el sombrero, la cabeza.

Se los llevó el océano en su vaivén. Una nueva mañana las encuentro. Porque me las devuelve una ola mensajera que deposita cosas perdidas a mi puerta..."





vistas desde la casa


 fotografías de Mónica Pía



"Disposiciones", "Canto general", Pehuén, 2005

Compañeros, enterradme en Isla Negra,
frente al mar que conozco, a cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver.
.......................................
allí quiero dormir entre los párpados
del mar y de la tierra...
                                   quiero ser arrastrado
hacia abajo en las lluvias que el salvaje
viento del mar combate y desmenuza,
y luego por los cauces subterráneos, seguir
hacia la primavera profunda que renace.

Abrid junto a mí el hueco de la que amo, y un día
dejadla que otra vez me acompañe en la tierra.


La voluntad del poeta se cumplió en diciembre de 1992, cuando sus restos fueron trasladados allí, junto a los de su esposa, Matilde Urrutia.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Bioy Casares y sus fotos

de la muestra en El Cultural San Martín, Buenos Aires, hasta el 11 de octubre: 



Silvina Ocampo, leyendo en cama con mosquitero, Mar del Plata, 1965
Jorge L. Borges con fotos de María Esther Vázquez
Mar del Plata, 1964
Silvina Ocampo le escribió a Borges: "Imagino la publicación en Time: "He sees her everywhere"

(se añade el reflejo de ventanal y de mi mano en la nueva toma)

Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni, Alejandra Pizarnik, Manuel Mujica Láinez
en la Estancia San Martín, Vicente Casares, 1965









domingo, 21 de septiembre de 2014

no sólo las flores...

Se repite una vez, más hacia el fondo
la húmeda primavera:
mete los dedos entre las raíces,
toca el hombre escondido.

Yo dormía allá abajo,
yo dormía.

Abre sus labios verdes,
se levanta:
es hombre, o planta, o río,
es ávida cintura,
es boca de agua.

Llegó la hora,
existo,
soy de luz y de arena.
..................................................................

Pablo Neruda, "Ciclo" en "Las manos del día", Edit. Losada, Bs. As., 1968

domingo, 14 de septiembre de 2014

herida


Nadie ha visto una herida de amor.
Nadie ha suturado un corazón roto de
ausencias
ni ha drenado el pus
de un cruel abandono.
No se han diseñado muletas
para amores quebrados
ni ha sido intervenido
bajo severos anestésicos
un sentimiento de amor
no correspondido.
¿Dónde resucitan
los muertos por amor
cadáveres excelsos, pese a todo?




Carmen Plaza




jueves, 4 de septiembre de 2014

jueves, 28 de agosto de 2014

Tinta. Mi único consuelo.



dedicatoria de Alejandra Pizarnik para Aurora y Julio Cortázar, en su libro "Árbol de Diana",
http://cvc.cervantes.es/literatura/libros_cortazar/libros_firmados04.htm



1957 - Noviembre, domingo 24

Desalentada por mi poesía. Abortos, nada más. Ahora sé que cada poema debe ser causado por un absoluto escándalo en la sangre. No se puede escribir con la imaginación sola o con el intelecto solo; es menester que el sexo y la infancia y el corazón y los grandes miedos y las ideas y la sed y de nuevo el miedo trabajen al unísono mientras yo me inclino hacia la hoja, mientras yo me despeño en el papel e intento nombrar y nombrarme. Aparte de ello no olvido lo correspondiente al lenguaje, expresión, etc., materias en las que soy una completa intrusa.


1959 - 24 de junio

Yo debiera pintar. La literatura es tiempo. La pintura es espacio. Y yo odio el tiempo y querría abolirlo. Pero ni la pintura. Hablo de poder expresarme en un arte que fuera como un aullido en lo oscuro, terriblemente breve e intenso como la muerte.


1959 - Lunes, 28 de diciembre

El peligro de mi poesía es una tendencia a la disecación de las palabras: las fijo en el poema como con tornillos. Cada palabra se hace de piedra. Y ello se debe, en parte, a mi temor de caer en un llanto trágico. Y también el temor que me provocan las palabras. Además, mi desconfianza en mi capacidad de levantar una arquitectura poética. De allí la brevedad de mis poemas.


1969 - Domingo, 10 de agosto (madrugada)

Acaricié el sueño de vivir sin tomar notas, sin escribir un diario. El fin consistía en transmutar mis conflictos en obras, no en anotarlos directamente. Pero me asfixio y a la vez me marea el espacio infinito del vivir sin el límite de un "diario".

Busco una solución pues debiera buscar un puñal.




Alejandra Pizarnik, fragmentos de "Diarios", edición a cargo de Ana Becciu, Lumen, 2010