Yo
quise ser un rojo violín desorbitado,
un ex abrupto eterno,
un jardín de magnolias o una tromba,
y sólo soy ahora profesor de nostalgias,
edecán del otoño pesaroso.
Yo
quise ser el mar,
o tal vez quise ser lo que no quise,
un triángulo isósceles o un trueno,
o una momia egipcia
con su paz infinita, imperturbable.
Eso
quise tal vez en mi constancia,
en mi apuro, en mi afán, en mi zozobra,
quise ser el revés, la mano izquierda,
el costado de mí, mi renegado,
y sólo soy mi tú, mi pobre mí,
un pronombre ya exhausto,
un posesivo huérfano, un despojado mi.
Eso
quise tal vez,
y sólo soy ahora mi vecino,
apenas mi perfil, mi suroeste,
mi terco lateral:
estoy en la adyacencia limítrofe de mí,
y siento desazón, me extraño mucho.
Máximo
Simpson, "To be or not to be" en "Poemas del hotel
melancólico", 1963
¿Dónde
están las pisadas de mis pasos,
dónde
están las miradas que dejé por el aire?
En pos
de aquellos rastros
camino
tras el puma,
el
buitre, la calandria,
pruebo
pasto, mastico,
huelo
el viento, la brisa,
registro
las raíces,
las
grietas, los resquicios,
vuelvo
atrás, adelante,
giro
en torno
del
olor a pasado,
a
triste antigüedad, a tardes viejas,
convoco
desde el sueño las guitarras del mar,
los
tambores del tiempo.
¿Quién
soy yo entre tinieblas?
Yo soy
el rastreador,
el que
se busca.
“El
rastreador” en “De La casa y otras visiones”, 1995
Te escribo toda entera y siento un sabor en ser y el sabor a ti es abstracto como el instante. Es también con todo el cuerpo que pinto mis cuadros y en la tela fijo lo incorpóreo, yo cuerpo a cuerpo conmigo misma. No se comprende la música: se la oye. Óyeme entonces con tu cuerpo entero. Cuando vengas a leerme preguntarás por qué no me restrinjo a la pintura y a mis exposiciones, ya que escribo tosco y sin orden. Es que ahora siento necesidad de palabras -y es nuevo para mí lo que escribo porque mi verdadera palabra ha sido hasta ahora intocada. La palabra es mi cuarta dimensión.
............
Quiero escribirte como quien aprende. Fotografío cada instante. Ahondo en las palabras como si pintara, más que un objeto, su sombra.
............
-escribo por profundamente querer hablar. Aunque escribir sólo esté dándome la gran medida del silencio. ............. Lo que hago por involuntario instinto no puede ser descripto. ¿Qué estoy haciendo al escribirte? Estoy intentando fotografiar el perfume. ............ En el momento en que pinto o escribo soy anónima. Me sumerjo en el anonimato que nadie tocó nunca. ............
Óyeme, oye el silencio. Lo que te digo nunca es lo que te digo y sí otra cosa. Capta esa cosa que se me escapa y sin embargo vivo de ella y estoy en sintonía con la brillante oscuridad. ............ Entonces escribir es el modo de quien tiene a la palabra como carnada: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra -la entrelínea- muerde la carnada, alguna cosa ha sido escrita. Una vez que se pescó la entrelínea, se podría con alivio desechar la palabra. Pero ahí cesa la analogía: la no palabra, al morder la carnada, la incorporó. Lo que salva entonces es escribir distraídamente. No quiero tener la terrible limitación de quien vive sólo de lo que es pasible de tener sentido. Yo no: lo que quiero es una verdad inventada. ............
Clarice Lispector, "Agua viva" (fragmentos), El cuenco de plata, 2010
Corté
el manzano grande
Corté el manzano grande que tenía delante de la ventana.
Me tapaba la vista, esa era una razón, hasta en verano
estaba oscura la habitación, además
en el mercado de frutas ya
no querían sus reinetas.
Pensé en lo que hubiera dicho
mi padre, a él le gustaba
aquel manzano.
Pero lo talé.
Todo
se hizo más luminoso, puedo
ver todo el fiordo
y seguir mejor lo que pasa
en todas las direcciones,
la casa está ahora
más a la vista,
se exhibe mejor.
No quiero admitirlo, pero echo en falta al manzano.
Esto ya no es como antes. Nos protegía el viento y daba
buena sombra, el sol se filtraba por el ramaje
hasta la mesa, y por las noches me solía tumbar a escuchar
el susurro del follaje. Y las reinetas, no hay
mejores manzanas en la primavera, tienen un sabor
tan aromático.
Me duele cada vez que veo el tocón, cuando se haya podrido
lo sacaré de la tierra y lo cortaré para leña.
Olav H. Hauge en "Poesía nórdica -siglo XX- antología" de F.J. Uriz
Cierto día en que paseaban por el campo, el poeta
Matsuo Bashô (1644-1694) y su discípulo Kikaku se extasiaron mirando el
revoloteo de las libélulas. En el acto, el discípulo compuso un haiku:
¡Libélulas rojas! Quítales las alas y serán
pimientos.
El maestro repuso: "No. De esta manera has
matado a las libélulas". Y propuso otra versión:
¡Pimientos! Añádeles alas y serán libélulas.
La anécdota fascinaba a Luis Alberto Spinetta en
sus últimos años, tanto que llegó a contarla en más de una entrevista. Un video
realizado por Emilio Cartoy Díaz muestra a Spinetta comentando que, a su
entender, el episodio de Bashô resume y confronta "dos visiones del
mundo": la destrucción versus la creación.
"Yo
no dedico gran afán a la posesión; me separo fácilmente de las cosas y las doy
con facilidad. Pero ahora me abruma un afán por querer retener, sobre el cual a
veces debo sonreír. En el jardín, sobre la terraza, junto a la torrecilla bajo
la veleta, me siento día tras día y permanezco quieto durante horas, y de
pronto me lleno de actividad y con lápiz y pluma, con pincel y pinturas, trato
de reproducir esto y aquello de la floreciente y efímera riqueza que hay.
Dibujo con esfuerzo las sombras de la mañana en la escalera del jardín y las
revueltas de las gruesas serpientes de glicinias, y trato de reproducir los
lejanos y vidriosos colores de las montañas al atardecer, que son tan delgadas
como un hálito y tan radiantes como joyas. Después vuelvo a casa cansado, muy
cansado, y cuando por la noche coloco mis hojas en la carpeta, casi me
entristezco al ver lo poco que pude anotar y conservar de todo ello".
“La
felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz.”
“La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero.”
Todos
los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando
tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Incluso
en la cama estoy pensando:
¿Cerré
las puertas? Sí
¿Me
lavé las manos? Sí
¿Cerré
las puertas? Sí
¿Me
lavé las manos? Sí
Pero
cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la
horquilla de sus labios.
O la
pestaña en su mejilla
La
pestaña en su mejilla
La
pestaña en su mejilla.
Sabía
que debía hablar con ella
La
invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella
dijo que sí después de la tercera, pero ninguna de las veces que pregunté se
sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En
nuestra primera cita, pasé más tiempo organizando mi comida por colores de
lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero
le encantó.
Le
encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era
miércoles.
Le
encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas
grietas en la banqueta.
Cuando
nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura, como si nadie nos fuera a
robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo
siempre veía su boca cuando hablaba
Cuando
hablaba
Cuando
hablaba
Cuando
hablaba
Cuando
hablaba;
Cuando
me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la
noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y
prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas,
y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y
apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas,
y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella
cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a
ella.
Algunas
mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba
haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando
me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando
me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me
dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La
semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me
dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de
tocarla?!
El
amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No
puedo
No
puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente,
cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo
a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella
fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero
despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo
mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En
cómo sopla las velas
Cómo
sopla las velas
Cómo
sopla las velas
Cómo
sopla las velas
Cómo
sopla…
Ahora
sólo pienso en quién más está besándola.
No
puedo respirar porque él sólo la besa una vez
¡No le
importa si es perfecto!
La
quiero de regreso tanto que…
Dejo
la puerta sin cerrar.
Dejo
las luces prendidas.
Neil Hilborn, "TOC" en la final del concurso de
poesía: "2013 Rustbelt Regional Poetry Slam"
Sachiyo Kaneko, artista japonesa residente en Jiwar, el
músico Pavel Amilcar (Dyvina Misteria) y la artista Mireia Zantop realizaron
una performance de shodô creativo de gran formato con el acompañamiento musical
del violín y la percusión.
Dejadme por favor vivir mi vida,
amándola,
mordiéndola,
quitándole el veneno,
limpiándola.
Dejadme que me salve o me condene,
dejadme que vomite,
que sangre,
que sonría,
que cante por el fin de tanta guerra,
que llore por la guerra de los fines.
Dejadme que en silencio
escriba en vuestra culpa una sentencia,
que borre la sentencia de la culpa.
Dejadme que me hunda,
que gima,
que flote en lo intermedio,
que sueñe,
que pueda en una esquina
pisar un alacrán inofensivo.
Dejadme cuantas veces
firmar cada recado sin mi nombre,
dejad que me equivoque,
Dejadme cuantas veces
firmar cada recado sin mi nombre,
dejad que me equivoque,
que llame con maldad al bueno malo.
dejadme simplemente
que cuente por decenas,
qué coma con la izquierda,
que te ame sin remedio.
Dejadme por favor vivir mi vida,
que escape,
que reniegue,
que grite por las lluvias que se enlodan,
que ría por el lodo que se enlluvia.
dejad, pero dejad