sábado, 12 de diciembre de 2015

el oficio de la palabra



Desbautizar el mundo,
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.

El mundo es un llamado desnudo,
una voz y no un nombre,
una voz con su propio eco a cuestas.

Y la palabra del hombre es una parte de esa voz,
no una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una cédula de identidad sonora,
ni un banderín indicativo
de la topografía del abismo.

El oficio de la palabra,
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello,
es un acto de amor:
crear presencia.

El oficio de la palabra
es la posibilidad de que el mundo diga al mundo,
la posibilidad de que el mundo diga al hombre.

        La palabra: ese cuerpo hacia todo.
        La palabra: esos ojos abiertos.
                                                                                      (para Roger Munier)





Roberto Juarroz, Poesía Vertical VI - 40





lunes, 23 de noviembre de 2015

de copas



Con los días contados,
chaval, así vivimos
todos. Esperando
a que nos tachen
de la lista. Distrayendo
la espera con tragos
y canciones. No hay más.
Puedes llorar o morirte
de risa. Como prefieras.




Karmelo Iribarrenen, "De copas con Ciorán" en "La ciudad", Renacimiento, 2008




martes, 17 de noviembre de 2015

sobrevivientes




...
tengo un poema escrito más de mil veces,
en él repito siempre que mientras alguien
proponga muerte sobre esta tierra
y se fabriquen armas para la guerra,
yo pisaré estos campos sobreviviendo
...





domingo, 15 de noviembre de 2015

escribir


Si me quitan la palabra escribiré con el silencio.
Si me quitan la luz escribiré en tinieblas.
Si pierdo la memoria me inventaré otro olvido.
Si detienen el sol, las nubes, los planetas,
me pondré a girar.
Si acallan la música cantaré sin voz.
Si queman el papel, si se secan las tintas,
si estallan las pantallas de los ordenadores,
si derriban las tapias, escribiré en mi aliento.
Si apagan el fuego que me ilumina
escribiré en el humo.
Y cuando el humo no exista
escribiré en las miradas que nazcan sin mis ojos.
Si me quitan la vida escribiré con la muerte.


Ángel Guinda, “Escribir” en “Poemas para los demás”






viernes, 6 de noviembre de 2015

conflicto de fuerzas...



No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.



Macedonio Fernández, "Creía yo"





domingo, 1 de noviembre de 2015

el amor del des-encuentro


...
Porque la quería
no quiso con ella
hacer un nido donde abandonarse.
No confiaba en él
y quiso asegurarse.
...
Porque la quería 
se fue para siempre,
quiso poner a salvo aquella imagen.
No confió en ella
y quiso asegurarse








Joan Manuel Serrat, "Porque la quería" 
en el programa de TVE "Tariro, Tariro" en 1988








lunes, 26 de octubre de 2015

felicidad y saber...




Casi anónima sonríes
y el sol te dora el cabello.
¿Por qué para ser feliz
hace falta no saberlo?





Fernando Pessoa, 1932






lunes, 19 de octubre de 2015

de amores...


a Carola, claro



Ella lee libros de yoga, de budismo, de numerología.
Yo leo poesía, teatro, ensayos, novelas, todo
lo que cae en mis manos.

Ella es vegetariana.
Yo, omnívoro.

Ella es disciplinada, ascética, creyente.
Yo, escéptico y perezoso.

Ella cree en la reencarnación de las almas.
Yo soy agnóstico.

Ella está segura.
Yo, no.

Ella es presente de indicativo.
Yo, condicional en mis mejores días
y en los peores pretérito
pluscuamperfecto de subjuntivo.

Ella es un hombre de acción.
Yo, una mujer confundida.

Ella quiere que yo cambie.
Yo, también.

Ella sabe lo que quiere y lo que necesita
y lo que quiero y necesito yo.
Yo sólo sé que no sé nada
pero no estoy muy seguro.

Ella es la luna de día.
Yo, un girasol en la noche.

Ella y yo, contra viento y marea,
nos amamos.





Juan Vicente Piqueras, "Ella y yo" en "Yo que tú"


miércoles, 14 de octubre de 2015

epígrafe


Soy bien nacido. De niño,
como todos, fui feliz.
Vino luego el mal destino
lo que quiso hizo de mí.

Vino el mal genio de la vida
rompió en mi corazón,
arrasando con todo,
rugió como un tifón,
perturbó, partió, abatió,
quemó sin razón ni pena
¡Ah! qué dolor!
Lastimado y solo,
-¡solo!- mi corazón ardió.

Ardió en gritos dementes
en su pasión sombría...
Y de esas horas ardientes
quedó esta ceniza fría.





Manuel Bandeira, "Epígrafe" en "MB Antología", Arquitrave



jueves, 8 de octubre de 2015

en los brazos de mi cuerpo estoy...




I

Todo este buen objeto que es un cuerpo:
sus brazos flacos despegados por arriba
sus alocadas piernas cortadas hacia abajo
y en el medio el pedacito de torso
con su corazón puntual, sus riñones limpios
y este pulmón que se asoma a la ventana
y conversa con el otro
sobre si el cerebro encabezado, si la boca armada
si las altas hogueras parpadeando al unísono.
Ah este cuerpo alegre como un perro chico
con su sexo despierto saltando en la puerta.
Sin este honroso cuerpo, duro y claro,
sin su lúcida arquitectura
de huesos quietos y pellejo alzado
dónde habitaría y cómo
tanta tierna acongojada nada?

II

En los brazos de mi cuerpo estoy
en sus pies me alzo y ando.
De mi cuerpo soy hija única
y en su piel me sumerjo entera.
Sin mi cuerpo no hay voz
ni mi voz ni tu voz
sin las orejas de mi cuerpo
ni tu cuerpo sin los ojos del mío
sin sus manos.
Me ama este cuerpo que yo habito
me abre sus ventanas y me teje
y desteje cada día que me asomo.
Es mi cuerpo quien fabrica las palabras
la conciencia de estar/de ser de aquí
porque él lo quiere
y si no lo quiere entonces nada
de nada.




Rossella di Paolo, "El cuerpo donde habito"



domingo, 27 de septiembre de 2015

niño Neruda



"Me parece recordar que así nació mi primer poema y que así recibí la primera muestra distraída de la crítica literaria"






Pablo Neruda, en "Confieso que he vivido", Seix Barral, 1984





lunes, 21 de septiembre de 2015

no he dejado de buscar

                           
Para Javier Das


Me eché
a andar
por la vía.

Un hombre
me llamó la atención.

Le dije
que buscaba a mi padre
(se había muerto,
pero a mí
me daba igual).

Hace cuarenta años de aquello.

No he dejado de buscar.





Karmelo Iribarren, "No he dejado de buscar" en "Seguro que esta historia te suena", Editorial Renacimiento SA












jueves, 3 de septiembre de 2015

entro en la palabra... me quedo



Poema escrito por Jorge Oteiza tras la muerte de su esposa, Itziar Carreño, en diciembre de 1991, y que luego sirvió para despedirle en abril 2003, en Alzuza, donde ambos reposan juntos:


He visto morir a Itziar, no he podido hacer nada.
Me acerco, lloro junto al árbol, miramos los dos al cielo.
Seguramente no estás ya en ninguna parte, solamente aquí, en mí, conmigo.
La ha besado la muerte.
Baja en su rostro lentamente, de Dios, una lágrima de sufriente, infinita dulzura.
Me acerco a Dios. En lo alto de una colina lo veo desaparecer.
Le seguían a distancia unos campesinos con alas.
Entro y salgo en la palabra.
Entro en el muro y salgo.
Entro en mi cuerpo y salgo.
No es tan incompleto mi cuerpo, mi país.
Entro en mi país y salgo.
Entro en la palabra. Me quedo.
Os digo que no estoy.
Estamos en el fin. A ninguna parte hemos llegado.
Ponedme en la mano tierra, tierra alrededor.
Ya no queda tierra para uno, pronto.
La tierra es para todos. A mí, acostadme de un lado.
Que sea del derecho. Es como duermo.
Y no me toquéis. No quiero nada encima, sólo hierba.
Que pueda sentir una vaca que pasea.
Que la meada de la vaca o de un pollino me llegue hasta el costado izquierdo. Tierra a la vista.
Llego un poco tarde, perdonadme.
Ya estamos todos. Podéis mezclar nuestros huesos.







viernes, 28 de agosto de 2015

miedo de ser escarcha


Cuando nacimos 

Cuando nacimos
ya habían traducido el mundo 
en un lenguaje equivocado. 
Las cifras estaban destinadas. 
Las fórmulas tenían veneno. 
Tuvimos que aprender 
a respirar debajo del agua 
y seguimos esperando 
que la piel del tiempo
no nos vuelva locos. 
No queremos ser tratantes. 
No queremos ser esclavos. 
Continuamos una senda de sangre. 
No olvidamos de qué está hecho el camino, 
no olvidamos.



El problema ahora 

es que hay muchos vigilantes 
y pocos locos. 
El problema ahora 
es que la jaula está 
en el interior del pájaro.










David Eloy Rodríguez, en "Miedo de ser escarcha"

file:///C:/Users/AcerV5/Downloads/cuaderno-de-poesia-critica-n-38-david-eloy-rodriguez.pdf









sábado, 22 de agosto de 2015

la poesía... mi casa


Al venir de Bielorrusia mi madre trajo una valija llena de libros de poemas en vez de ropa. Tengo pocos recuerdos de cómo era el interior de mi casa de mi infancia, pero recuerdo todos los libros. De algún modo la poesía fue y es mi casa.


Natalia Litvinova en "Hablemos de angustia", Fracas y Cerruti, 2013





Mi piel
no sabe
cicatrizar,
debe ser
indicio de algo,
es como
si el cuerpo
insistiera
en permanecer
abierto,
obstinado
en florecer.


Natalia Litvinova "Florecer" en: http://casajena.blogspot.com.ar/p/poemas.html 








martes, 4 de agosto de 2015

"... por un breve momento una casa"



No acudan a mí con la verdad.
No traigan el océano si me ven sediento,
ni el cielo si pido por la luz;
traigan mejor indicios, un poco de rocío, una partícula,
así como los pájaros llevan del agua sólo gotas,
y el viento
una brizna de sal.


Olav H. Hauge, "No acudan a mí con la verdad"

Estos poemas no valen
demasiado, son sólo
unas palabras arrojadas
de forma azarosa.
Aún así
para mí
hay algo bueno
en hacerlos, es
como si tuviera en ellos por un breve
momento una casa.
Pienso en esas casitas
que hacía uno con ramas
cuando niño:
escabullirse en ellas, sentarse
y escuchar cuando llueve,
solo entre la maleza,
sentir las gotas de lluvia en tu nariz
y en tus cabellos –
o escondites de nieve en Navidad,
escabullirse y taponar después
con una bolsa,
encender una vela, y estar ahí
por frías y enteras tardes.


Olav H. Hauge, "Chozas y escondites de nieve"





Olav H. Hauge en: http://circulodepoesia.com/2014/06/poesia-noruega-olav-h-hauge/









sábado, 25 de julio de 2015

instrucciones para cantar



Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo.


Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.







Julio Cortázar, "Instrucciones para cantar" en "Historias de Cronopios y de Famas", Alfaguara




viernes, 17 de julio de 2015

no tienes más recuerdo que tu vida...



Nunca recordaremos haber muerto.

Tanta paciencia
para ser tuvimos
anotando
los números, los días,
los años y los meses,
los cabellos, las bocas que besamos,
y aquel minuto de morir
lo dejaremos sin anotación;
se lo damos a otros de recuerdo
o simplemente al agua,
al agua, al aire, al tiempo.
Ni de nacer tampoco
guardamos la memoria,
aunque importante y fresco fue ir naciendo:
y ahora no recuerdas un detalle,
no has guardado ni un ramo
de la primera luz.

Se sabe que nacemos.

Se sabe que en la sala
o en el bosque
o en el tugurio del barrio pesquero
o en los cañaverales crepitantes
hay un silencio enteramente extraño,
un minuto solemne de madera
y una mujer se dispone a parir.

Se sabe que nacimos.

Pero de la profunda sacudida
de no ser a existir, a tener manos,
a ver, a tener ojos,
a comer y llorar y derramarse
y amar y amar y sufrir y sufrir,
de aquella transición o escalofrío
del contenido eléctrico que asume
un cuerpo más como una copa viva,
y de aquella mujer deshabitada,
la madre que allí queda con su sangre
y su desgarradora plenitud
y su fin y comienzo, y el desorden
que turba el pulso, el suelo, las frazadas,
hasta que todo se recoge y suma
un nudo más el hilo de la vida,
nada, no quedó nada en tu memoria
del mar bravío que elevó una ola
y derribó del árbol una manzana oscura.

No tienes más recuerdo que tu vida.





Pablo Neruda, "Los nacimientos" en "Cantos ceremoniales, Plenos poderes", Debolsillo, 2004



sábado, 11 de julio de 2015

"niñas monstruo"...




Janis Joplin - Summertime (Live 1969)


...



a cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

así como duerme la gitana de Rousseau.
así cantás, más las lecciones de terror.

hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
me pregunto si eso no aumentó el error.

hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo.






Alejandra Pizarnik, "Para Janis Joplin" (fragmento), "Poesía completa", Edit. Lumen, 2003


lunes, 29 de junio de 2015

mendiga voz




Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.




Alejandra Pizarnik, "Mendiga voz" en "Poesía completa", Edit. Lumen, 2000




viernes, 26 de junio de 2015

ausencia de mí...


Hablo de soledad
porque estoy solo.
Soledad es un pez que nada el tiempo,
la soledad es una puerta abierta
que da a puertas abiertas
y vacías.
No es ausencia de gente el estar solo.
Es ausencia de mí entre la gente.
El que no está soy yo,
y ellos no saben,
soledad es morirse a cualquier hora
junto al museo de los medicamentos.

Soledad es un agua que no hay,
un sol que se ha dormido en los cristales,
silla que no hace juego,
un hueco en la memoria,
soledad es un hombre solitario
que se acerca a mirar las papeleras.
Hoy me he visto a mí mismo,
fastuoso de soledad, como un mendigo,
mirando una lejana papelera
y sacando un periódico del fondo
que es el mismo que lleva en el bolsillo,
porque lo sacó ayer, y así por siempre.





Francisco Umbral, "La soledad", 23-IV-2001




domingo, 14 de junio de 2015

regalado



Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.






Julio Cortázar, "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj" en "Historias de Cronopios y de Famas", Alfaguara, 1995



martes, 2 de junio de 2015

...te van a escribir mis huesos


.....................................

Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.

Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.

Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.


Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.

Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.






Miguel Hernández, fragmento de "Carta"
http://www.poesi.as/mh3810.htm



sábado, 30 de mayo de 2015

"escribo para que el agua envenenada pueda beberse"


Poema completo
 en la voz de su autora 





fragmentos:

...

escribir
por no llorar tan dentro
tan a escondidas

escribir

hacia la extenuación
para que se derrame el dolor contenido
desde el inicio del mundo

escribir

para rebelarse
sin provecho

a pesar de la derrota ya prevista

...

escribir
para insignificar

escribir

inútilmente
para ejercer lo inútil
para abrazar lo inútil
para hacer de la inutilidad un manantial

.....









Chantal Maillard, "Escribir" en "Matar a Platón", Tusquets, 2004 




domingo, 24 de mayo de 2015

... del buque de la pena


La tristeza ha venido como un buque vacío,
la tristeza ha encallado en mi pecho de piedra.
Me trae en sus bodegas toda una vida vieja,
quintales de nostalgia
y el whisky que he bebido.
La tristeza ha venido con faros apagados.
No sé de dónde viene ni por qué me visita
yo mismo soy un puerto donde para la noche
el mar, como noviembre, va ya de retirada.
Somos un puerto unánime,
puerto de tierra adentro
donde llegan los meses
como veleros lánguidos.
La tristeza ha venido
y me golpea despacio
como el agua golpea
en los acantilados.
Soy un acantilado
de muertos sucesivos
y estoy aquí parado,
bajo una lluvia fina,
junto al silencio frío
del buque de la pena.
¿Cuánto dura noviembre, cuánto dura una vida,
cuánto durará un hombre que tiene ya en el pecho
ese peso dormido de los buques sin gente,
de los mares sin luna, de los mortuorios días? 



  
Francisco Umbral, "La tristeza", 2000




martes, 19 de mayo de 2015

"sin trama y sin final"


Antón Chéjov, “Sin trama y sin final",  Selección de pasajes de su correspondencia por Piero Brunello, profesor de la Universidad de Venecia, 2002




La vida es una marcha hacia la cárcel. La verdadera literatura debe enseñar a escapar o prometer la libertad.

(de su cuaderno de apuntes)

………………


Escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.

(a Maksim Gorki, Yalta, 18 de enero de 1899)



........................


Escriba una novela. Escríbala durante un año entero, luego acórtela durante medio año y después publíquela. Usted lima poco, y un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.

(a Lidia Avílova, San Petersburgo, 15 de febrero de 1895)


........................


No inventes sufrimientos que no has experimentado, no describas paisajes que no has visto, ya que en un cuento la mentira resulta más molesta que en una conversación.

(a Aleksandr Chéjov, Moscú, 6 de abril de 1886)










viernes, 1 de mayo de 2015

quién es el cuerpo


vemos la vida
no con
los ojos solamente
vemos la vida
con todo
el cuerpo tenemos
ojos en todas partes sin saber
la vemos en todos los sentidos
la zancamos la juvenecemos
aliento cortado el corazón en
la cabeza
vemos la vida
al revés


el corazón en la mano el corazón
en la boca
corazón que desborda
corazón desplazado desmarcado
es el cuerpo en sus esperas
es esperar
quién es el cuerpo



Henri Meschonnic , de “Puesto que soy esa zarza”,  traducción de Hugo Savino



he visto una sonrisa

que pasaba
sin rostro
encontré ojos que
se abrían
para dejarme entrar
ojos cerrados para no
oír
y tu boca que me dice todo
sin abrir los labios
porque soy el agua la tierra el aire el fuego
que tú estrechas 
en tus brazos




Henri Meschonnic,  de “Et la terre coule” (Y la tierra fluye), de 2006, traducido del francés al español por Carlos Henderson






no terminamos de nacer
la prórroga de un grito
suspendido entre los labios
en las palabras que no se han dicho



Henri Meschonnic , traducción del francés, Samuel Espinosa Mómox