jueves, 24 de marzo de 2016

domingo, tarde






Qué hago
mirando la lluvia,
si no llueve.





Karmelo C. Iribarren, "Domingo, tarde" en "Las luces interiores", Renacimiento, Sevilla 2013




martes, 15 de marzo de 2016

dos que se miran



… Enamorarse a solas es enamorarse del silencio, un silencio con humo y espejos. El amor, si es algo, es dos que se miran. Tú has intentado crear su mirada en tu mágico laboratorio poético. No quejarse si estás quemada y dolorida...



Alejandra Pizarnik, fragmento del 9 de nov de 1962 en “Diarios”, Lumen 2003



domingo, 13 de marzo de 2016

lo bello del "no hay" - 4


Cierro los ojos, 
imaginándote en mi cuerpo
 
sabes quedarte en mí
 
ya me escapé contigo.
 

Me llevas lejos,
 
haces que pierda la cabeza
 
y luego una vez más
 
me tiras el discurso al suelo.
 

Me cuentas tu verdad...
 
Me cuentas tu verdad...
 





Vanesa Martin y Axel, "Casi te rozo"




viernes, 11 de marzo de 2016

sonar... a silencio

Como de niño no quise jugar con la arena de las playas (terrible carencia de la que me resentí toda la vida) ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar y, en este momento, de jugar con los sonidos...

...una nota, una nota que sólo se escucha a sí misma, una nota a través de todo, una nota baja como una patada en el vientre, una nota añosa, una nota como un minuto que tuviera que taladrar un siglo, una nota sostenida a través de la discordancia de las voces, una nota como una advertencia de muerte, una nota me avisa durante toda esa hora.

En mi música, hay mucho silencio.
Hay sobre todo silencio.

Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.
El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave... signo que no me agota que en mí se nutre.
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí se acuesta.


Henri Michaux,"Primeras impresiones" (fragmento), "Antología Poética 1927-1986"








lunes, 7 de marzo de 2016

Cortázar y "la madre"


Delante de ti me veo en el espejo que no acepta cambios, ni corbata nueva ni peinarse en esta forma. Lo que veo es eso que tú ves que soy, el pedazo desprendido de tu sueño, la esperanza boca abajo y cubierta de vómitos.

     Oh, madre, tu hijo es éste, baja tus ojos para que calle el espejo y podamos reconciliar nuestras bocas. A cada lado del aire hablamos de cosas distintas con iguales palabras. Eres una columna de ceniza (yo te quemé), una toalla en la percha para las manos que pasan y se frotan, un enorme búho de ojos grises que espera todavía mi nombramiento decorativo, mi declaración conforme a la justicia, a la bondad del buen vecino, a la moral radiotelefónica.

     No puedo allegarme, mamá, no puedo ser lo que todavía ves en esta cara. Y no puedo ser otra cosa en libertad, porque en tu espejo de sonrisa blanda está la imagen que me aplasta, el hijo, verdadero y a medida de la madre, el buen pingüino rosa yendo y viniendo y tan valiente hasta el final, la forma que me diste en tu deseo: honrado, cariñoso, jubilable, diplomado.







Julio Cortázar, "La madre" en “Salvo el crepúsculo”, Edic. definitiva Alfaguara, 2009