Iré a París. Me
salvaré. Tristeza reciente. No he tenido a quién comunicar mi alegría del
viaje. Ahora la angustia. Ahora la abandonada.
Me gustaría estar con
Olga y con Elenita. Me gustaría que vinieran algunas personas y beber vino y
alegrarme.
No soy adolescente,
soy una niña. A mi edad soy una niña. Una niña que tiene miedo de jugar. Una
niña sin la inocencia de los niños. O quizá soy una vieja reblandecida. (Esto
me gusta más.)
1 de enero, viernes (1960)
Que
este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado
ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo
que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me
sea dado el interesarme por este mundo.
Alejandra Pizarnik, fragmentos de “Diarios”,
Lumen, 2010
Cada tarde abríamos las
ventanas para darle paso al tiempo. La casa tenía el rumor de los grillos
perdidos. A veces el color era el mismo. Descubrir uno distinto era toda
nuestra aventura.
- En una cama grande, cómoda, sin tubos ni sueros ni nada médico. Con
los ojos abiertos, drogado con una poderosa morfina, ni el más ligero dolor,
creyendo y viendo que estoy en una casa enorme en el campo donde viví desde los
ocho a los diez, con toda mi familia por ahí, como si no pasara nada,
mirándolos, escuchándolos y que mi vieja me pusiera una manta por el frío, un
tapado de piel que tenía, que me diese un beso en la frente y se fuese apagando
la luz mientras me voy durmiendo, como el final de una película preciosa y sin
dejar de oír la voz de mi madre."
Fragmento entrevista en
"Hemisferio derecho", con Luis Majul, 2007
Somos el borrador de un texto que nunca será pasado en limpio. Con palabras tachadas, repetidas, mal escritas y hasta con faltas de ortografía. Con palabras que esperan, como todas las palabras esperan, pero aquí abandonadas, doblemente abandonadas entre márgenes prolijos y yertos. Bastaría, sin embargo, que este tosco borrador fuera leído una sola vez en voz alta, para que ya no esperásemos más ningún texto definitivo.
bestia o pájaro... hay algo extraño conviviendo en nosotros...
The beast in me - Johnny Cash
The beast in me Is caged by frail and fragile bars ... The beast in me Has had to learn to live with pain And how to shelter from the rain ... Sometimes it tries to kid me That it's just a teddy bear And even somehow manage to vanish in the air And that is when I must beware ... God help the beast in me!
Bluebird - Charles Bukowski there's a bluebird in my heart that wants to get out but I'm too tough for him, I say, stay in there, I'm not going to let anybody see you. there's a bluebird in my heart that wants to get out but I pur whiskey on him and inhale cigarette smoke and the whores and the bartenders and the grocery clerks never know that he's in there. ... there's a bluebird in my heart that wants to get out but I'm too clever, I only let him out at night sometimes when everybody's asleep. I say, I know that you're there, so don't be sad. then I put him back, but he's singing a little in there, I haven't quite let him die and we sleep together like that with our secret pact and it's nice enough to make a man weep, but I don't weep, do you?
Durar Yo pasaré y apenas habré sido,
-frágil destino de mi pobre arcilla-. Hijo, cuando yo no exista,
tú serás mi carne, viva.
Verso, cuando yo no hable,
tú, mi palabra inextinta.
Muerto al nacer
No aurora fue. Ni llanto. Ni un instante
bebió la luz. Sus ojos no tuvieron
color. Ni yo miré su boca tierna...
Ahora, ¿sabéis?, lo siento.
Debisteis dármelo. Yo hubiera debido
tenerle un breve tiempo entre mis brazos,
pues sólo para mí fue cierto, vivo...
¡Cuántas veces me habló, desde la entraña,
bulléndome gozoso entre los flancos!...
A los once años asistí por primera vez a un recital de música. Nada menos que para escuchar a este hermoso hombre que había venido a nuestra ciudad de Buenos Aires. Quedaría profundamente conmovida, por varios días, al recordar su voz cerrando la noche con este tema. Hoy encontré este vídeo de una presentación suya en la Televisión Española, supongo de la misma época...
¿Quién
me presta una escalera
para
subir al madero,
para
quitarle los clavos
a
Jesús el Nazareno?
Saeta popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores,
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a este Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!
Joan Manuel Serrat, "La saeta" de Antonio Machado, en "Campos de Castilla"
Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.
Me trago de inmediato todo cuanto veo,
Tal y como es, sin sombra de aprecio ni desprecio.
No soy cruel sino sincero:
El ojo cuadrado de algún diosecillo.
Casi siempre estoy meditando sobre la pared de enfrente.
Es rosada, con manchas. Llevo tanto tiempo observándola
Que creo que ya forma parte de mi corazón. Pero ella va y viene.
Los rostros y la oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
Buscando en mi superficie lo que realmente es.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las velas, la luna.
Veo su espalda, y la reflejo con toda fidelidad.
Ella me recompensa con su llanto y el temblor de sus manos.
No le importo nada. Me deja y vuelve a mí constantemente.
Cada mañana su rostro viene a reemplazar la oscuridad.
En mí se ahogó una joven antaño, y en mí una anciana hoy
Se yergue hacia ella, día tras día, como un pez terrible.
Sylvia Plath, "Espejo" en "Poesía completa", Bartleby, 2008, Traducción de Xoan Abeleira
Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño -de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso-; entonces,
si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar si yo fuese Dios, haría lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día, a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra, Lázaro alegre, yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando -luego- callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta.) Ángel González, "Me basta así" en http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/esp/gonzalez/me_basta_asi.htm
Para que las palabras no basten es preciso alguna muerte en el corazón. La luz del lenguaje me cubre como una música, imagen mordida por los perros del desconsuelo, y el invierno sube por mí como la enamorada del muro. Cuando espero dejar de esperar, sucede tu caída dentro de mí. Ya no soy más que un adentro. Alejandra Pizarnik, "Los de lo oculto" en "Poesía completa", Editorial Lumen, 2003
Hoy te saludo brutalmente: con un golpe de tos o una patada. ¿Dónde te metes, a dónde huyes con tu caja loca de corazones, con el reguero de pólvora que tienes? ¿Dónde vives: en la fosa en que caen todos los sueños o en esa telaraña donde cuelgan los huérfanos de padre?
Te extraño, ¿sabes? como a mí misma o a los milagros que no pasan. Te extraño, ¿sabes? Quisiera persuadirte no sé de qué alegría, de qué cosa imprudente.
¿Cuándo vas a venir? Tengo una prisa por jugar a nada, por decirte: «mi vida» y que los truenos nos humillen y las naranjas palidezcan en tu mano. Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo y hallar velos y humo, que, al fin, parece en llama.
De verdad que te quiero, pero inocentemente, como la bruja clara donde pienso. De verdad que no te quiero, pero inocentemente, como el ángel embaucado que soy. Te quiero, no te quiero. Sortearemos estas palabras y una que triunfe será la mentirosa. Amor... ( ¿Qué digo? estoy equivocada, aquí quise decir que ya te odio. ) ¿Por qué no vienes? ¿Cómo es posible que me dejes pasar sin compromiso con el fuego? ¿Cómo es posible que seas austral y paranoico y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos o cruzando por la muerte y la vida. Estarás con tus problemas de acústica y de ingle, inerte, desgraciado, entreteniéndote en una aspiración del luto. Y yo que te deshielo, que te insulto, que te traigo un jacinto desplomado; yo que te apruebo la melancolía; yo que te convoco a las sales del cielo, yo que te zurzo: ¿qué? ¿Cuándo vas a matarme a salivazos, héroe? ¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia? ¿Cuándo? ¿Cuándo vas a llamarme pajarito y puta? ¿Cuándo vas a maldecirme? ¿Cuándo? Mira que pasa el tiempo, el tiempo, el tiempo, y ya no se me aparecen ni los duendes, y ya no entiendo los paraguas, y cada vez soy más sincera, augusta...
Si te demoras, si se te hace un nudo y no me encuentras, vas a quedarte ciego; si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota, voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos había sonado un tiro y que ninguno de los dos soltamos la esperanza. Este es un amor de nadie; lo encontramos perdido, náufrago, en la calle. Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo. Por eso, cuando nos mordemos, de noche, tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola. Pero no importa, bésame, otra vez y otra vez para encontrarme. Ajústate a mi cintura, vuelve; sé mi animal, muéveme. Destilaré la vida que me sobra, los niños condenados. Dormiremos como homicidas que se salvan atados por una flor incomparable. Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo seremos la naturaleza y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve. Atraviésame a rayos. Hazme otra vez una llave turca. Pondremos el tocadiscos para sIempre. Ven con tu nuca de infiel, con tu pedrada. Júrame que no estoy muerta. Te prometo, amor mío, la manzana.
Carilda Oliver Labra, "Discurso de Eva" en la voz de Gonzalo Tenerife
Pero a nosotros nos toca, bajo la tempestad de dios, ¡oh poetas!, permanecer con la cabeza descubierta. Pues los que nos prestan el fuego del cielo, los dioses, también nos dan el sagrado dolor. ¡Aceptémoslo! No soy sino un hijo de la tierra. Así el hombre; cuando la dicha está a su alcance y un dios en persona se la trae, no la reconoce. Pero desde que sufre, entonces sabe expresar lo que quiere, y entonces las palabras justas se abren como flores.
Friedrich Hölderlin, en "La pasión según Georg Trakl" de Hugo Mujica, Edit. Trotta - 2009