sábado, 26 de enero de 2013

qué historia es ésta...?


¿Qué historia es ésta y cuál es su final?
Ya no quiero ser más vendedor de palabras.
Ya mi cabeza está demasiado aturdida
y mi canción es sólo un montón de hojas muertas.

Me da lo mismo la ciudad que el campo.
Trataré de olvidar los poemas y los libros
abrigaré mi cuello con una vieja bufanda
y me echaré un pan en el bolsillo.

Oleré a mal vino y suciedad
enturbiando los limpios mediodías.
Y me haré el tonto a propósito de todo.

Y sin tener necesidad de triunfar o fracasar
trataré que la escarcha cubra mi pasado
porque no puedo sino hacer estupideces
seguir caminando en estos tiempos.



Jorge Teillier, adaptación de Serguei Esenin, de "Hotel nube", 1996




29

Yo me invito a entrar
a la casa del vino
cuyas puertas siempre abiertas
no sirven para salir.



37

En la casa de madera
sueño con los pájaros
que anidaron alguna vez en este bosque.




Jorge Teillier, "Cosas vistas" en "Para un pueblo fantasma", 1978





miércoles, 23 de enero de 2013

domingo, 13 de enero de 2013

deseé alguna vez que un poeta me amase



Deseé alguna vez que un poeta me amase...

Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo,
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos,
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.





Chantal Maillard, en "Semillas para un cuerpo", 1988

domingo, 6 de enero de 2013

...en mi cabeza que no puedo cerrar


La mujer del poeta está
condenada a leer o a escuchar los
versos del poeta que humean
recién sacados del alma. Y más:
la mujer del poeta
está condenada al poeta, a ése
que nunca sabe dónde
está la llave del gas y finge
que pregunta para saber
cuando sólo le importa preguntar
lo que no tiene respuesta.


Juan Gelman, "La llave del gas" en "Valer la pena", Seix Barral 2009


La mujer del poeta se enojó
con el poema "La llave del gas".
No ve por qué la metapalabra de la palabra,
o la ambigüedad de la palabra,
o las heridas que la palabra produce,
puede impedir a cualquiera
saber dónde está la llave del gas y
cómo se cierra y abre. Tiene razón.
El poeta está en error porque
la llave de la palabra, digamos, ni se cierra
ni se abre, y hasta pretende que ni existe,
y menos su metapalabra, ambigüedad heridora o vacío.
La realidad de la cocina tranquiliza,
hay llaves que se cierran, se abren, funcionan
cumpliendo la función de demostrar
que hay cosas que se cierran y se abren,
y suenan desde ayer en mi cabeza
que no puedo cerrar.


Juan Gelman, "Nota al pie de "La llave del gas" en "Valer la pena", Seix Barral 2009