miradas psicoanalíticas


13. ELIZABETH BARRAL
fragmentos de "Tachaduras" en "La máquina des-escribir", Letra Viva, 2014







12. JACQUES-ALAIN MILLER
fragmento de "Los signos del goce", XIX La función del síntoma, Paidós 2012


.........Los objetos de arte no son sueños, ni lapsus, ni actos fallidos, tampoco formaciones del inconsciente; son objetos, productos. Al interpretar una obra siempre se yerra lo nodal, puesto que no es el efecto de sentido lo que constituye el arte. En realidad, toda interpretación psicoanalítica del arte fracasa porque no tiene en cuenta la función del objeto como tal, distinto del significante y del significado. El arte comienza donde lo que no puede ser dicho puede ser mostrado –Wittgenstein lo señaló- e, incluso, exhibido.

En este punto hará falta extenderse sobre lo que encierra la noción de sublimación, que desde siempre permitió al psicoanálisis el acceso al arte. De entrada, se plantea la cuestión del goce, porque la sublimación responde en Freud a la pregunta por la satisfacción fuera de la actividad sexual. ¿Qué satisface el arte?, ¿cómo lo hace? ¿Acaso lo que en ocasiones se satisface con la actividad sexual otras veces puede prescindir de ella? Por supuesto, sería muy fácil afirmar que la sublimación implica la represión de la sexualidad, pero Lacan subrayó que eso es precisamente lo que el término no significa. El concepto de sublimación fue introducido por Freud para indicar que, si bien no hay actividad sexual, tampoco hay represión. La sublimación freudiana plantea la paradoja, situada por Lacan, de que es posible una satisfacción de las pulsiones sin actividad sexual y sin represión. Por el mero hecho de intentar interpretar la obra de arte se confunde la sublimación con la represión,  ya que sólo puede interpretarse el retorno de lo reprimido.
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11. RICARDO PIGLIA
fragmento de "Los sujetos trágicos (literatura y psicoanálisis)", Virtualia, 2003

Quien sí constituyó la relación con el psicoanálisis como clave de su obra es quizás el mayor escritor del siglo xx: James Joyce. Él fue quien mejor utilizó el psicoanálisis, porque vio en el psicoanálisis un modo de narrar; supo percibir en el psicoanálisis la posibilidad de una construcción formal, leyó en Freud una técnica narrativa y un uso del lenguaje. Es seguro que Joyce conocía Psicopatología de la vida cotidiana y La interpretación de los sueños: su presencia es muy visible en la escritura del Ulises y del Finnegans Wake. No en los temas: no se trataba para Joyce de refinar la caracterización psicológica de los personajes, como se suele creer, trivialmente, que sería el modo en que el psicoanálisis ayudaría a los novelistas, ofreciéndoles mejores instrumentos para la caracterización psicológica. No: Joyce percibió que había ahí modos de narrar y que, en la construcción de una narración, el sistema de relaciones que definen la trama no debe obedecer a una lógica lineal y que datos y escenas lejanas resuenan en la superficie del relato y se enlazan secretamente. El llamado monólogo interior es la voz más visible de un modo de narrar que recorre todo el libro: asociaciones inesperadas, juegos de palabras, condensaciones incomprensibles, evocaciones oníricas. Así Joyce utilizó el psicoanálisis como nadie y produjo en la literatura, en el modo de construir una historia, una revolución de la que es imposible volver.


Y me parece que el Finnegans Wake, que por supuesto es una de las experiencias literarias límites de este siglo, se construye en gran medida sobre la estructuración formal que se puede inferir de una lectura creativa de la obra de Freud: una lectura que no se preocupa por la temática sino por el modo en que se desarrollan ciertas formas, ciertas construcciones.

Cuando le preguntaban por su relación con Freud, Joyce contestaba así: “Joyce en alemán, es Freud”. Joyce y Freud quieren decir “alegría”; en este sentido los dos quieren decir lo mismo, y la respuesta de Joyce era, me parece, una prueba de la conciencia que él tenía de su relación ambivalente pero de respeto e interés respecto de Freud. Me parece que lo que Joyce decía era: yo estoy haciendo lo mismo que Freud. En el sentido más libre, más autónomo, más productivo.

Joyce mantuvo otra relación con el psicoanálisis, o mejor dicho con un psicoanalista, y en esa relación personal, en una anécdota, se sintetiza un elemento clave de esta tensión entre psicoanálisis y literatura. Joyce estaba muy atento a la voz de las mujeres. El escuchaba a las mujeres que tenía cerca: escuchaba a Nora, que era su mujer, una mujer extraordinaria; escuchándola, escribió muchas de las mejores páginas del Ulises, y los monólogos de Molly Bloom tienen mucho que ver con las cartas que le había escrito Nora en distintos momentos de su vida. Digamos que Joyce estaba muy atento a la voz femenina, a la voz secreta de las mujeres a las que amaba. Sabía oír. Él, que escribió Ulises, no temía oír ahí, junto a él, el canto siniestro y seductor de las sirenas.

Mientras estaba escribiendo el Finnegans Wake era su hija, Lucía Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucía terminó psicótica, murió internada en una clínica suiza en 1962. Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a salir, a buscar en el arte un punto de fuga. Una de las cosas que hacía Lucía era escribir. Joyce la impulsaba a escribir, leía sus textos, y Lucía escribía, pero a la vez se colocaba cada vez en situaciones difíciles, hasta que por fin le recomendaron a Joyce que fuera a consultar a Jung.

Estaban viviendo en Suiza y Jung, que había escrito un texto sobre el Ulises y que por lo tanto sabía muy bien quién era Joyce, tenia ahí su clínica. Joyce fue entonces a verlo para plantearle el dilema de su hija, y le dijo a Jung: “Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo”, porque él estaba escribiendo el Finnegans Wake, que es un texto totalmente psicótico, si uno lo mira desde esa perspectiva: es totalmente fragmentado, onírico, cruzado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión. Entonces Joyce le dijo a Jung que su hija escribía lo mismo que él, y Jung le contestó: “Pero allí donde usted nada, ella se ahoga”. Es la mejor definición que conozco de la distinción entre un artista y... otra cosa, que no voy a llamar de otro modo que así.

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En efecto, el psicoanálisis y la literatura tienen mucho que ver con la natación. El psicoanálisis es en cierto sentido un arte de la natación, un arte de mantener a flote en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando de hundirse. Y un artista es aquel que nunca sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el lenguaje.


10. GÉRARD POMMIER
fragmentos de "¿Puede hablarse de un deseo de escribir primitivo?", en "Lapsus Calami" N° 2, Revista de Psicoanálisis, 2011

"...existe un impulso hacia la escritura que reconcilia al sujeto mismo, en la medida en que aporta una solución específica a su división, una reconciliación, por lo menos provisoria, con un cuerpo de goce del cual está exiliado desde el inicio. En este sentido, existe un deseo de escribir que no es una clase más de deseo, como una sublimación, sino un deseo de escribir, en cierto modo, primitivo, porque explicita la escritura misma del inconsciente."

"... retomemos ahora dos etapas importantes de este camino hacia la escritura. Primero, la escritura no reproduce de ningún modo la palabra. En efecto, la palabra reprime el goce de las representaciones de cosa mientras que, por el contrario, la escritura busca recuperar este goce perdido, del cual el sujeto está exiliado: es lo que motiva el deseo de escribir. Pero esto no es todo, porque la escritura busca recuperar por un medio visual lo que se ha perdido por la pulsión vocal."

"El acto de escribir busca recuperar el cuerpo en cada letra,"

"Como el deseo en general, el deseo de escribir precede a su objeto. El sujeto desea mucho antes de saber lo que desea... Decir que el deseo de escribir precede a su objeto significa que no se puede prejuzgar lo que va a ser escrito a partir de este deseo. Pueden ser mitos, ficciones, teoría, poesía. Pero el deseo de escribir precede todos estos formatos, que son consecuencias contingentes, altamente tributarias de la historia de cada sujeto y de lo que busca reparar, justificar, dominar con esa escritura, aunque solo sea su existencia y la legitimidad de su nombre, que fue escrito primeramente, y del que firmará la última página."



9. JACQUES LACAN
fragmento de "Seminario XXIV", Clase 5, 18.01.77

"... Trato de decir que el arte está más allá de lo simbólico. El arte es un saber-hacer, lo simbólico está en el principio del hacer. Creo que hay más verdad en el decir que es el arte que en cualquier bla-bla-bla. Esto no es decir que eso se haga por cualquier vía. Y no es preverbal - es un verbal a la segunda potencia."


8. NORBERTO FERRER
fragmentos de "¿Qué pintamos los psicoanalistas?", presentado en la Casa Elizalde de Barcelona, 30 de septiembre de 1998

La relación de adecuación y aparente armonía del mundo animal con su entorno natural, y del feto o el bebé con su madre, han inspirado el mito del paraíso. El lenguaje y el inconsciente, estructurado como tal, nos hacen ajenos a dicha armonía desde que nacemos, conformando nuestro deseo como permanentemente insatisfecho y, su objeto, inalcanzable.

Pretendemos dar forma al vacío, arrastrados por ese deseo, con dibujos, pinturas, letras, símbolos o metáforas, frente a la aventura y a la promesa que ofrece la tela, la página en blanco, la materia plástica, el objetivo de la cámara o la pantalla del ordenador.

Esa causa de deseo que el acto artístico o poético soportan construye un contorno a esa falta de objeto, aunque más no sea con restos, como hace el "arte povera".


La pincelada, la mancha, el color, el trazo, el olor de la pintura o del papel, el tacto tenso de la tela, las letras, el oído, la mirada, dan por fin lugar a la emoción y al goce estético que enlazan al artista con su admirador, hasta la esperanza del próximo cuadro, foto, poema que, ilusoriamente, podrá decir lo que el deseo jamás conforma.

Paul Klee sostenía que "el arte no reproduce lo visible, sino que hace visible". Podemos decir que el artista hace visible, aún sin saberlo, una verdad nueva: los impresionistas, por ejemplo, subvirtiendo la concepción de la realidad; los cubistas, superando la apariencia de la forma al descomponer el aspecto superficial del objeto; los expresionistas, brindando cierta satisfacción pulsional a lo que la mirada pide. Y han tratado de expresar en los temas de sus obras: el enigma femenino, las encrucijadas del sujeto y su deseo, la angustia creadora, el amor, la sexualidad, la muerte, los fantasmas...

los artistas dan forma al vacío; los enfermos sufren el dolor del vacío, con sus síntomas, sus inhibiciones o sus angustias. A diferencia de la tendencia neuro-psiquiátrica actual -que tapa y reniega del vacío con etiquetas diagnósticas, impregnaciones neurolépticas o indicaciones conductistas que automatizan al sujeto- o de las promesas esotéricas y "mágicas", los psicoanalistas analizamos ese vacío que el paraíso perdido y su exilio consecuente nos dejó. Contamos con él, no damos forma ni consistencia -como hace el arte- a la falta de ese oscuro objeto del deseo. El acto analítico se sostiene en dicha falta. Invitamos al sujeto que sufre, y pide ayuda, a enfocar el objetivo hacia adentro para fotografiar su enigma y su laberinto; lo invitamos a revisitar y reescribir, en las páginas de su subjetividad, su propia historia con las letras de su inconsciente; a enmarcar y a pintar, como si de un pictograma se tratara, los propios fantasmas; a asumir el goce de sus síntomas con el que está comprometido; a combatir su desasosiego y a defender su deseo; a defender su alegría como un atributo (siguiendo el poema de Benedetti), no el cultivo de la felicidad como ideal imposible, sino la alegría del deseo liberado.

El psicoanalista invita a que cada uno pueda escuchar su propia canción. 


7. JULIA INES GRECO
fragmentos de "En torno al vacío. Puntos de encuentro entre psicoanálisis y poesía", febrero 2008

Lo que la poesía porta es la virtud del exceso, del plus, de esa chispa de sentido marcada por una ruptura, y en tanto tal efecto de verdad. Cuando leemos poesía, entendiéndola no como el escrito en verso, la versificación o la rima, sino como efecto poético que puede incluso encontrarse en un escrito en prosa, tenemos la sensación de liviandad, de creación, de que allí hay algo más que no está dicho expresamente pero que dice.

Tanto la música como la poesía tienen ese efecto de sorpresa, nos quedamos boquiabiertos al escucharla y no hay nada para decir. Se produce ese silencio que permite que lo escuchado siga haciendo eco. Ese silencio está habitado por el vacío, no es un silencio producto de la represión.

No es un vacío que reclama ser llenado, sino que goza o mejor dicho que permite que gocemos, que nos relanza hacia otra cosa.

No todo el mundo soporta la poesía. Para hacerlo hay que soportar, o mejor dicho, portar el vacío, el silencio. Aquellos que no pueden, frente a la poesía quieren entender, buscan traducir, y justamente algo propio del efecto poético es su imposibilidad de ser traducido.

Algo similar al efecto poético es lo que produce una interpretación analítica. No porque el analista sea un poeta, más bien él es la clave que semblanteando permite que resuene esa otra cosa dicha; y no porque "esa" otra cosa sea, sino porque en el lenguaje se revela que se trata siempre de otra cosa, como el deseo o el inconciente que sólo a veces y por espacios breves nos permite metafóricamente alcanzarlo cuando metonímicamente se escurre.



6. MARIO ANTMANN
fragmentos de "Arte contemporáneo y psicoanálisis", El Sigma, 8.4.10 

"...el arte, por su parte, propone la búsqueda, la creación de nuevos lenguajes no para representar algo ya visto sino para presentar la posibilidad de un lenguaje nuevo.
Lenguaje que a su vez, para constituírse como tal, deberá realizar una torsión sobre la obsesión comunicativa de una época como la nuestra, que propugna la reducción de los enigmas del infinito al segmento efímero e ilusorio de su total traducibilidad.
Quizás sea ese el sentido de la afirmación de Wittgenstein de que el arte comienza donde lo que no puede ser dicho, debe ser mostrado, e incluso, exhibido.
El arte, entonces tiene que ver con la ética del sujeto y de la posición de este frente a la comunidad, lo cautivante del arte es como el artista pueda producir lo inédito desde lo propio pero inserto en una colectividad.
El arte es de lo Uno y el pensamiento acerca del arte es de la comunidad.
En esta comunidad, en este mundo hecho mercado, en este gigantesco shopping no hay demasiados espacios habilitados que nos permiten interrogar nuestras propias faltas.
Me parece que tanto el arte como el psicoanálisis son ámbitos que promueven esa interrogación.
Se trata de una posición atenta no hacia lo que completa el conjunto sino más bien a aquello que descompleta, que resiste de diversas formas: el síntoma, el resto.
Allí donde se propone una comunión, donde el discurso imperante homogeiniza el psicoanálisis y el arte aíslan un sinsentido común a través del cual provocar un despertar del discurso imperante que nos adormece.
Con el resto, con el residuo, con la voz como eco que desde la perspectiva del artista evoca y convoca a una nueva mirada sobre la realidad.
Al igual que para el psicoanálisis se trata de deslizarse hacia la modulación de lo vivo, más allá del orden y del sentido.
En uno de sus últimos seminarios, Lacan habla de piezas de repuesto, de hecho la asociación libre consiste en pedirle a un paciente que deje fluir su pensamiento en piezas de repuesto, en restos, sin preocuparse por el orden ni la coherencia de los mismos.
Cuando algo no tiene sentido, cuando una pieza de repuesto, un residuo ya no sirve para nada, es cuando pueden servir para otro forma de uso, un uso de goce, si el goce es, como evoca Lacan aquello que no presta servicio alguno.
Lo que se hace con ese goce, con ese resto y de cómo se lo pone en funcionamiento será tarea de cada uno, así tendremos: el síntoma para relacionarse en el paciente, la obra de arte que nos propone el artista.
Por su parte Victoriano Alcantud señala que: “Aquellas obras que han intentado pensar la verdad que excede cualquier imagen o incluso cualquier palabra han intentado, por la utilización de la materia misma, escapar a la visibilidad o a lo decible. Han inscrito la falta en el corazón de la obra, han apuntado hacia lo real en la falta, se han opuesto a la concepción clásica que tiende a una sublimación que oculta la falta”.
¿Qué queda una vez que la obra de arte se libera de la significación y de la semejanza?
Queda la obra misma, reducida a una pura presencia, a su pura materialidad."


5. JOSE LUIS CHACON LAFUENTE
fragmentos extraídos de “Finalmente, lo que queda es silencio”,
1º Coloquio de Psicoanálisis, Efectos de la enseñanza de Jacques Lacan, Granada, 2002

"Para Freud la creación, el objeto artístico, solamente era interpretable en función del significante y con un mecanismo, un destino de la pulsión: la sublimación. Desde Los tres ensayos para una teoría sexual (1905) hasta Nuevas Conferencias de Psicoanálisis (1932) pasando, desde luego, por Un recuerdo infantil de Leonardo D´Vinci, Los cuentos de Hoffman, los Personajes de Teatro, La pulsión y sus destinos (1915) o Introducción al Narcisismo, Freud se ocupó del objeto artístico en clave de Sublimación alejada del Ideal y el Síntoma. La sublimación es, entonces, un destino de la pulsión diferente y especifico. La sublimación representa la salida que permite satisfacer las exigencias del Yo sin estimular la represión debido a un cambio, una variación en la dirección de la pulsión hacia otro fin alejado de la satisfacción pulsional prevista.


Pero, si la satisfacción sublimatoria es tan perfecta Por qué el artista no es feliz? Por qué no sublima suficientemente para liberarse de sus demonios? Ya sea, neurótico, psicótico o perverso ¿por qué no se cura el mismo? Se pregunta Eric Laurent en la revista de la Cause Freudienne nº 25. Las propias paradojas de la sublimación en el sentido freudiano llevaron a Lacan en los años sesenta a cuestionar la explicación del arte por el inconsciente calificándola de sospechosa y plantearlo como un síntoma. Es, sin duda, y como fue calificado por J.A.Miller, un Adiós al significante y una bienvenida al síntoma. Esto implicó rehuir del aspecto metafórico y significante del síntoma para inscribirlo en lo Real. El objeto artístico no es, entonces, del orden de las formaciones del inconsciente, no dice, sino que muestra. Se muestra, acontece en la creación misma. No hay, por tanto, interpretación del arte sino elevación del objeto artístico a la dignidad de la Cosa, del Das Ding, de aquello radicalmente perdido, de ese vacío en el que el alfarero realiza su vasija. "Para que el objeto –dice Lacan en el Seminario de la Ética- se vuelva disponible hace falta que algo ocurra en el ámbito de la relación del objeto con el deseo". El deseo, pues, se sublima alrededor de ese vacío que es el Campo de la Cosa, ese Campo donde se proyecta algo en el origen de la cadena significante.
……….
La creación, la invención y el Psicoanálisis son homólogos porque como decía Baudelaire, van hasta el fondo de lo desconocido para encontrar algo nuevo, un nuevo significante o un nuevo objeto condensador de goce. Hay un hallazgo como decía Picasso. Estaba todo allí y, sin embargo, faltaba que se produjera el acto de la creación, de la invención, el acto analítico, para que ello, aquello, emergiera. Existe, pues, una estructura homóloga entre deseo del analista y creación...entonces... y volviendo a la pregunta de Eric Laurent, cual es la diferencia entre Creación y Psicoanálisis, por qué el artista, a pesar de hacer con el síntoma un objeto artístico, no sabe verdaderamente que hacer con él?


El objeto artístico está fundado sobre la nada y, si quiere tener validez debe abrir nuevas fronteras y tratar de decir lo que aún no se ha dicho. Esto implica una ética por inventar nuevas formas y rehuir el uso de los lenguajes establecidos para obtener un efecto que esté más allá de lo permitido, es decir, la introducción por el significante de un vacío en lo Real. No es un vacío entendido al modo trascendental; es un vacío real. Hacer un objeto artístico es tomar el objeto imaginario, el objeto, no solo en su función de velo, por efecto del fantasma, sino convertirlo en un objeto real en lo simbólico.
………….
 En resumen, y para finalizar, la homología entre arte y psicoanálisis no es otra cosa que el decir; lo imposible de decir es lo que empuja a hablar, a establecer objetos artísticos pero el desenlace de un análisis lleva a dejar la asociación libre para retomar la palabra en otro dispositivo. Despejar el síntoma lleva a un tope: el silencio del que hablaba Shakespeare en Hamlet y que da título a esta comunicación. El silencio que, como el de las sirenas, no deja de resonarnos en la escucha porque entre el arte y el análisis existe una diferencia fundamental: frente al objeto artístico que viene a enmascarar el vacío de la Cosa y lo hace sin saber, el psicoanálisis descubre ese punto y orienta el deseo a partir de ahí: es esto el deseo del analista. Una provocación de la palabra frente al silencio. Cuando no hay palabras, mejor es callarse. Yo lo voy a hacer... insistiendo en que el psicoanálisis no paraliza el discurso: da cuenta de ello."



4. ALEJANDRO ARIEL
fragmentos extraídos de "El estilo y el acto", Manantial, Bs.As., 1994
"No se tratará aquí de hablar del arte, sino de hacerle caso, de soportar sus consecuencias.
No se tratará aquí de hablar de psicoanálisis, de indigestarlos, sino de soportar sus consecuencias y escribir.
Hemos de hablar de una belleza, que lejos de curar el mundo, que lejos de mejorarlo con ayuda del ensueño, nos despierta, haciéndonos perder argumentos y razones, exponiéndonos a la verdad de un destierro enigmático e inexplicable.
¿Qué encuentra un artista en el extremo mismo de su experiencia creadora? Pareciera que cuando ha llegado al borde no hace más que encontrar en el final: su aliento que no cede, el horror, el vacío de toda experiencia humana, una nada que no colma lo que le faltaba. Una nada que él segrega con sus propias entrañas y al precio de tocar el puerto de la angustia con una frecuencia que, a veces, no puede comprender.
…Ese saber permanece desde siempre velado a los hombres. Que esté velado permite que exista Un canto. Un cuadro. Una música. Una poesía.
El acto creador implica lo inhumano de la existencia de cada uno.
El estilo en la creación no anhela piedad, no se queja a la espera de alguna compasión, no se detiene por elegir. La creación toma. La posición creadora deja rayas silenciosas en el real silencio del mundo, estas rayas serán leídas muchas veces. El acto creador no persuade a nadie, ni es del orden de las personas. No precisa ni oferta identificaciones, ya que no requiere rebaños ni seguidores.
¿Qué otra cosa es el arte sino el modo divino de recordar que la existencia es del orden de una verdad que no puede decirse toda?
El arte será entonces un saber-hacer con la verdad para enfrentar la muerte en términos de belleza. …Permitiendo esa belleza que no está hecha para comprender sino para mirar(se) en ella.
Escribir es intentar otra letra que la de la lápida. No es un acto de cortesía para con la humanidad, tampoco lo contrario. Es el registro de un máximo de silencio, el de la existencia.
La dignidad del artista es su silencio. No cualquiera. El silencio de una palabra impronunciable. Palabra que anuda lo que ya había en un nudo nuevo."



3. JACQUES LACAN
Fragmento extraído de Seminario VII, El problema de la sublimación, Crítica de Bernfeld, Complemento, Una curiosidad de la sublimación, 9.03.1960
"La sublimación, en efecto, no es lo que piensa el común de la gente, ni se ejerce siempre obligatoriamente en el sentido de lo sublime. El cambio de objeto no hace desaparecer, lejos de ello, el objeto sexual -el objeto sexual, acentuado como tal, puede nacer en la sublimación. El juego sexual más crudo puede ser el objeto de una poesía, sin que ésta pierda sin embargo su mira sublimante.

En suma, no creo inútil leerles una pieza del expediente del amor cortés con la que los mismos especialistas, literamente, no saben qué hacer -están tan embarazados con ella como lo estaría un pez con una manzana. En la historia de la poesía cortés no existe otro poema como éste..."

(Lacan hace referencia a Arnaud Daniel, quien "compuso un poema acerca de la más singular de las relaciones de servicio de las que les hablé, entre el enamorado y la Dama, todo un poema que se distingue por el hecho de que desborda... los límites de la pornografía, llegando hasta la escatología."



2. DANIEL GERBER
Fragmento extraído de “Creación y sublimación”, 2001
"...otro aspecto presente en la definición freudiana de la sublimación es la valoración social: las pulsiones se sublimarían en la medida en que su meta se desvía hacia aquello socialmente valorado. Si esto es así existiría entonces la posibilidad de una satisfacción "directa" de la pulsión y la sublimación sería consecuencia de que esa forma de satisfacción estaría prohibida por la sociedad. Ahora bien, ¿cómo pensar en la posibilidad de una satisfacción tal si la pulsión como efecto de la marca del lenguaje sobre el cuerpo nunca tiene satisfacción "directa"? ¿Esto quiere decir que toda satisfacción de la pulsión es sublimación? Si la respuesta es afirmativa habría que considerar que incluso los síntomas se definirían como una sublimación, postura que sería contradictoria con la explicación de la naturaleza de éstos. ¿Cómo establecer entonces una caracterización más precisa de la sublimación?

Para responderlo es necesario tomar en cuenta un aspecto no mencionado hasta el momento en el análisis de la sublimación. Esta no puede definirse solamente por una reorientación de la pulsión hacia un objeto diferente, presuntamente no sexual, porque lo que allí cambia no es solamente el objeto sino la posición misma del sujeto en este mecanismo. La cualidad sublime del objeto o de la actividad no se debe a alguna propiedad de éstos o a la valoración social –es un hecho siempre comprobable que las sociedades han rechazado y rechazan muchas obras de artistas, producciones científicas, manifestaciones eróticas, etc.- sino a la posición del sujeto con respecto al objeto. En este sentido puede citarse la definición de la sublimación aportada por Lacan: "elevar un objeto a la dignidad de la Cosa" (Seminario VII).

La sublimación implica pues que un objeto es colocado en posición de la Cosa. Esta puede concebirse como ese vacío esencial, la falta, el hueco engendrado por el lenguaje: cuando se dice la Cosa no se hace referencia a un objeto que pueda ser designado o representado. Es más bien el objeto en tanto inalcanzable por ser innombrable, irrepresentable. Las cosas en general se organizan en el mundo conforme a un orden, un sentido, una posición determinada porque son representadas en el plano simbólico. La Cosa es lo imposible de representar, lo indecible más allá de lo simbólico que constituye el núcleo mismo de toda simbolización..................................

La Cosa lo inaccesible por excelencia. Sin embargo, en determinado momento es posible colocar un objeto en su lugar; pero éste no puede ser un objeto cualquiera pues para aproximarse a la Cosa deberá reunir las características de lo inédito, lo novedoso, lo irrepetible. Esto le otorga esa singular belleza e inaccesibilidad que no dependen sino de su función de velo del abismo que se abre más allá de él. La belleza –desde el punto de vista de la sublimación- no se vincula con el sentimiento de agrado o del disfrute placentero. Como lo señala Rilke: "lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar" porque más allá de lo bello está el vacío de lo irrepresentable, la muerte que acecha apenas velada por esas formas que capturan la atención.


La creación bordea entonces el lugar de la nada que es también el de la verdad, verdad que ella dice bajo la forma de una ficción que cierne el contorno del abismo. Crear es hacer desde el lenguaje la experiencia de los límites en una aproximación a la verdad que exige sobreponerse a la angustia aparejada con ésta. Como dice Kafka: "El arte vuela alrededor de la verdad con la decidida intención de no quemarse en ella". Lo sublime del acto creador es esa transposición del umbral de las seguridades confortables que gobiernan la cotidianeidad................"
 

1. PATRICIA TETELBAUM
fragmento extraído de “Lo artístico como posible forma de escritura”, 19/10/2001
"Lo artístico al igual que el discurso del analizante, no es algo a comprender.
La obra de arte es del orden del impacto, la sorpresa, y es un texto a descifrar.
Cuestiones que también posee el discurso de un sujeto en análisis.
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Somos seres de lenguaje. A los analistas interrogar el sentido, nos revela la potencia creadora y jugar con las palabras amplia su significación hasta el extremo de la pérdida de toda significación. Permitiendo el instante de invención. Poder hacer con eso que nos viene del Otro, alienación ineludible al Otro que nos constituye, posibilidad de hacer alguna otra cosa con las marcas cristalizadas, ajenas, que nos fundan. Es decir que desde el psicoanálisis, lo más propio es la potencia creadora de ese más allá del lenguaje.


Es también desde el lenguaje, en la multiplicidad de sus expresiones, no sólo a través de las palabras, sino más allá de ellas, que el arte aparece para algunos sujetos como recurso para algo nuevo, tal vez como hecho de escritura.
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Porque no todo puede decirse, todo no puede saberse, un significante falta, innombrable, no hay posibilidad de saber del vacío, si hay posibilidad de hacer con el vacío, de crear con la falta.


Habrá que despertar las palabras coaguladas, enfermantes, mortificantes; transitarlas, gastarlas, liberarlas, hasta hacer poemas.

Volver al casillero vacío, punto de partida, donde una parte del sujeto que permanece indeterminado, recomience su destino sabiendo hacer con su padecer, su síntoma. Dice Didier Weill (psicoanalista): "el artista es el embajador infatigable de esta triple inaccesibilidad a la que nos introduce la represión originaria: el músico, hacer oír lo inaudito; el pintor, hace ver lo invisible; el bailarín, hace tocar lo inmaterial".

Quien no ha experimentado el mágico encuentro con un cuadro, una escultura, un libro, una música?

El arte tiene la posibilidad de modificarnos, de modificar la realidad, de tocar lo real.
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Aceptar la falta como ganancia, permitirá al sujeto operar, donde ningún objeto, podrá colmar ese vacío. Vacío potenciador de creación.
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Entre lo imposible de decir y lo imposible de escribir, el vacío, y es ahí donde el artista sabrá hacer, y por donde un análisis deberá hacer su trayecto hacia una nueva escritura. Con la materia que se cuente: con música, escultura, pintura, danza, corte, silencio, palabra, acto.


Re-escribir sobre lo escrito, no borrando sino operando. Produciendo un nuevo escrito, nuevo sentido abierto a múltiples significaciones.

Tal vez esta sea la chance de los sujetos parlantes para llenar la vida de colores, sonidos, sabores que valgan ser vividos."