"...O no había
descubierto esa misma tarde que no es el alcohol lo que emborracha. No es el
alcohol, es el estado de ánimo, el estado de ánimo con que se lo toma. Y ella
le creyó. Claro que cuando lo explicó estaba sobrio..."
"...Lo
veía todo muy claro ahora... El mundo. Y su relación con el mundo. El por qué
de su relación con el mundo y el por qué de su relación con Mara (con todas las
mujeres, sí, pero especialmente con Mara), y el por qué de que a veces, durante
la noche, todavía se creyera capaz de terminar su libro, y aun muchos otros
libros que les hablaran a los hombres de otro hombre, de Esteban Espósito, con
una voz tan angelicalmente bella y demoníaca que ellos se espantarían de sí
mismos si eran perversos y, si no lo eran, quizás comprenderían que él de veras
se había crucificado inmundanamente, y se estaba matando, y se había hecho
odiar por todos los que alguna vez lo amaron y ya había dejado de amar, y casi
no podía sentir un solo sentimiento humano, por la pasión de ser feliz... por
la locura de que todo hombre y aun toda cosa fueran bellos y felices, motivo
por el cual se fue convirtiendo en lo que era, un egoísta hijo de puta, un
sórdido egoísta hijo de puta que se emborrachaba por miedo a vivir y se
acostaba con otras mujeres por miedo a vivir y no era capaz de confesarle a
Mara que nunca la había querido por miedo a vivir, y a dejarla vivir, y ya ni
siquiera escribía por miedo a vivir."
"...Con
una alegría angélica, con un dolor absoluto, purísimo, como el que debe sentir
un animal con el vientre rajado, escribió. Escribió sobre su cobardía y su
egoísmo, y era consciente incluso del egoísmo y la cobardía que significaba la
liberación de escribirlo."
"...Y
yo supe que no estaba preparado para nada de lo que fatalmente iba a ocurrir,
no al menos sin antes echarle mano a esa botella, y aunque no tuviera la menor
idea de qué era lo que iba a ocurrir, ignorancia que se debía, justamente, al
hecho demencial de no haberle echado mano a la botella. Nadie puede captar la
realidad real, el mundo y su variedad infinita, simultáneamente y tal como es,
estando sobrio."
"...Mientras
tanto pensé. Calmado y lúcido, pensé. Me sentía como una batería recién
cargada, tragué la primera medida doble con la decisión con que un tigre en
ayunas le da su primer dentellada a una media res, de inmediato me invadió una
especie de felicidad clarividente que era lo más parecido del mundo a la salud
perfecta... Ahí residen el misterio y el secreto del alcoholismo, y el que diga
cualquier otra cosa miente. Que uno después se emborrache, es un accidente: el
día que yo descubriese el límite, el inútil vaso donde esa felicidad se borra,
el mundo iba a conocer una especie de Nuevo Elogio de la Locura que iba a dejar
a Erasmo de Rotterdam a la altura de un gorgojo..."
"Tengo
orden de no servirlo, señor" oyó Espósito.... Lo inesperado produce dos
efectos. O por lo menos dos. Lo inesperado es el fundamento de lo cómico; ahí
está uno de los efectos. El otro efecto es el miedo... Lo que Espósito pensó
puede expresarse así: Yo siento que esto carece de gracia; yo tengo
miedo."
Abelardo
Castillo, fragmentos de "El que tiene sed", Seix Barral Biblioteca Abelardo Castillo, Grupo Editorial Planeta, 2005