sábado, 18 de octubre de 2014

"el que tiene sed" - 1


"...O no había descubierto esa misma tarde que no es el alcohol lo que emborracha. No es el alcohol, es el estado de ánimo, el estado de ánimo con que se lo toma. Y ella le creyó. Claro que cuando lo explicó estaba sobrio..."


"...Lo veía todo muy claro ahora... El mundo. Y su relación con el mundo. El por qué de su relación con el mundo y el por qué de su relación con Mara (con todas las mujeres, sí, pero especialmente con Mara), y el por qué de que a veces, durante la noche, todavía se creyera capaz de terminar su libro, y aun muchos otros libros que les hablaran a los hombres de otro hombre, de Esteban Espósito, con una voz tan angelicalmente bella y demoníaca que ellos se espantarían de sí mismos si eran perversos y, si no lo eran, quizás comprenderían que él de veras se había crucificado inmundanamente, y se estaba matando, y se había hecho odiar por todos los que alguna vez lo amaron y ya había dejado de amar, y casi no podía sentir un solo sentimiento humano, por la pasión de ser feliz... por la locura de que todo hombre y aun toda cosa fueran bellos y felices, motivo por el cual se fue convirtiendo en lo que era, un egoísta hijo de puta, un sórdido egoísta hijo de puta que se emborrachaba por miedo a vivir y se acostaba con otras mujeres por miedo a vivir y no era capaz de confesarle a Mara que nunca la había querido por miedo a vivir, y a dejarla vivir, y ya ni siquiera escribía por miedo a vivir."


"...Con una alegría angélica, con un dolor absoluto, purísimo, como el que debe sentir un animal con el vientre rajado, escribió. Escribió sobre su cobardía y su egoísmo, y era consciente incluso del egoísmo y la cobardía que significaba la liberación de escribirlo."


"...Y yo supe que no estaba preparado para nada de lo que fatalmente iba a ocurrir, no al menos sin antes echarle mano a esa botella, y aunque no tuviera la menor idea de qué era lo que iba a ocurrir, ignorancia que se debía, justamente, al hecho demencial de no haberle echado mano a la botella. Nadie puede captar la realidad real, el mundo y su variedad infinita, simultáneamente y tal como es, estando sobrio."


"...Mientras tanto pensé. Calmado y lúcido, pensé. Me sentía como una batería recién cargada, tragué la primera medida doble con la decisión con que un tigre en ayunas le da su primer dentellada a una media res, de inmediato me invadió una especie de felicidad clarividente que era lo más parecido del mundo a la salud perfecta... Ahí residen el misterio y el secreto del alcoholismo, y el que diga cualquier otra cosa miente. Que uno después se emborrache, es un accidente: el día que yo descubriese el límite, el inútil vaso donde esa felicidad se borra, el mundo iba a conocer una especie de Nuevo Elogio de la Locura que iba a dejar a Erasmo de Rotterdam a la altura de un gorgojo..."


"Tengo orden de no servirlo, señor" oyó Espósito.... Lo inesperado produce dos efectos. O por lo menos dos. Lo inesperado es el fundamento de lo cómico; ahí está uno de los efectos. El otro efecto es el miedo... Lo que Espósito pensó puede expresarse así: Yo siento que esto carece de gracia; yo tengo miedo."

  





Abelardo Castillo, fragmentos de "El que tiene sed", Seix Barral Biblioteca Abelardo Castillo, Grupo Editorial Planeta, 2005