... En Passages, Michaux convoca tantos aspectos
de su persona que se podría hablar por separado del Michaux pintor, músico,
enamorado, viajero, frio y paciente observador, desproporcionado exorcizador,
etc., etc.
...
La música y el silencio
Contra el silencio, las palabras. Pero Michaux
desconfía demasiado de las palabras, armas melladas, instrumentos rotos. Y más
aún: signos con lo hostil que acecha:
Palabras,
palabras que vienen a explicar, a comentar, a revocar, a que sea justificable,
razonable, real, prosa como un chacal.
Es
preciso que jamás olvide: yo me asfixiaba. Yo reventaba entre las palabras.
Por eso, contra el silencio y contra la palabra:
un piano. He de detenerme en lo que Henri Michaux dice del piano pues nunca
nadie lo dijo de una manera tan perfecta:
Compañero que no me observa, que no me
evalúa, que no toma nota, que no conserva huellas, compañero que no exige, que
no me obliga a prometerle nada.
Con él, todo tan simple.
Yo me acerco. Él está listo.
Yo traigo la obsesión, la tensión,
la opresión:
Él canta.
Yo traigo la situación irremediable,
el vano despliegue de esfuerzos, el fracaso de todo junto con la mezquindad,
las precauciones llevadas por el viento, por el fuego, por el fuego, sobre todo
por el fuego:
Él canta.
Yo traigo la inundación de sangre,
el rebuzno de los asnos contra la paz, los campos, el trabajo forzado, la
miseria, los prisioneros de la familia, las cosas a medias, los amores a
medias, los impulsos a medias y menos que a medias, las vacas flacas, los
hospitales, los interrogatorios policiales, los lentos agonizantes de las
aldeas perdidas, los amargos vivientes, los dañados, aquellos que derivan
conmigo sobre la helada y loca ladera:
Él canta.
Yo acarreo todo en desorden, sin
saber lo que traigo, de quién, para quién, quién habla en la cesta de las
llagas:
Él canta.
Alejandra Pizarnik, fragmentos de "Pasajes de Michaux" en "Prosa completa", Lumen 2001