viernes, 9 de noviembre de 2012

veo a mi alma


Mi alma es una gasa inmensa, livianísima; está por todo; es una mariposa espesa, cuyas firmes piernas de hilo asen lo que fue o es de mí. Y para siempre. Tiene apretados los vestidos antiguos, las trenzas, las caravanas en forma de trébol; y lo de ahora, dijes, figuritas de vidrio o porcelana, que me rodean. No quiebra nada.

Mi alma va a la chacra y trae cosas, visita la bodega, el altar, la cocina, la casa y trae cosas, tinajas, pomelos, zapallos y demás, y los vende por el camino en los días de necesidad, y me trae los resultados.

¿Cómo? Ella, tan leve y tan magna! ¿Cómo? si ya voló hace tiempo, la chacra, si no hay nadie, nada, sólo un vacío campo con matas de frambuesas salvajes.

Pero ella va y me trae cosas.

En esta noche de asiduos relámpagos y tormentas, ocupa un pequeño sitio, parece un tul arrollado. Veo a mi alma. En la honda oscuridad están sus ojos brillantes, fijos, celestes, de muñeca.



Marosa de Giorgio, "La flor de lis", Edit. El cuenco de plata, 2010