lunes, 11 de diciembre de 2017


Vieja granja


La casa estaba por aquí…
¿dónde?
la busco y no la hallo
oigo una voz que perdí:

es la voz de este mismo arroyo
 ah, cuánto tiempo pasó.

(Fueron más de cincuenta años)

¡Tantos que la muerte se llevó!

(Y la vida… en los desengaños…)

La usura hizo tabla rasa
de la vieja granja triste:
no existe más la casa…

Pero el niño aun existe.


……………..



“La realidad y la imagen”



El rascacielos sube en el aire puro lavado por la lluvia
y  baja reflejado en el charco barroso del patio.

Entre la realidad y la imagen, en la tierra seca que las
                                                                                              sepa-
ra,
cuatro palomas pasan.





Manuel Bandeira, “Antología”, Traducción de Umberto Cobo







martes, 31 de octubre de 2017

mirar por sobre el hombro, hermosamente, las cosas pasadas...


Y como orfebres minuciosos del amor, nos entregábamos a la gran tarea de cada noche: con nuestras manos, con nuestros ojos, con nuestras piernas, con nuestras palabras entrelazadas, con nuestros brazos, con el roce de nuestros pies bajo las sábanas trenzábamos la gran soga con que habrían de unirse el día que acababa y el día por venir…”

“Nos ocurría lo mismo. Podía intuirlo. Si bien nunca lo dijimos, nunca lo expresamos a viva voz, siempre supe que nos ocurría lo mismo a la hora de dormir. Y es por eso que trenzábamos la gran soga: teníamos miedo. Miedo de separarnos en los sueños. Miedo de perdernos en el altamar de esos sueños de la noche de cada uno. Miedo de no despertar juntos la mañana siguiente…”
…..


Temblé de ansiedad cuando la conocí, luego temblé junto a ella por placer. Ahora que ya no está, tiemblo de miedo permanentemente.”

…..


“Quizás debiera irme de una buena vez. Sin mirar a los costados, caminar decididamente hacia la puerta y salir. De una buena vez. Finalmente. Salir a la luz. Como quien sale a una vida, salir a la luz desde esta casa que fuera útero en su amamantar de abrazo curvo entre las paredes rectas y blancas…”

“… estoy de pie, al costado del lecho de muerte de todo aquello que fuera nuestra casa y que, ahora, es un conjunto de habitaciones vacías. Comienzo a cerrar ventanas y ventanales. A oscurecer el silencio. A silenciar la luz. El ritual del adiós. Miro cómo se extinguen los últimos fuegos. Observo cómo un viento imaginario, salido de mi memoria, esparce las cenizas de lo ido. Finalmente, cierro la puerta y salgo, temblando de miedo, a un desierto sin nombre y sin medida.”


…..

finalmente
me senté en las escalinatas que nunca subimos
y observé fijamente el cantero
con flores que nunca imaginamos
y recordé lo que nunca vivimos
y lloré desconsoladamente



Patricio Raffo, fragmentos de “El ritual del adiós”, Rosario, junio 2016





domingo, 15 de octubre de 2017

los pasos... lejanos



Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...;
si hay algo en él de amargo, seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huída a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.

Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.

Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.


César Vallejo, "Los pasos lejanos"



Hoy no ha venido nadie a preguntar;

ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio

en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos,  todos pasan

sin preguntarme ni pedirme nada…

Y no sé qué se olvidan y se queda

mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,

y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,

yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;

y hoy he muerto qué poco en esta tarde!




César Vallejo, "Ágape"








  

jueves, 10 de agosto de 2017

lo que dice Pessoa (Bernardo Soares) de su "escribir"


Escribo como quien duerme y toda mi vida es un recibo que sigue sin firmar.

Para mí, escribir es despreciarme; pero no puedo dejar de escribir. Escribir es como la droga que me repugna y tomo, el vicio que desprecio y en el que vivo. Hay venenos necesarios, y los hay sutilísimos, compuestos de ingredientes del alma; hierbas recogidas en los rincones de las ruinas de los sueños, amapolas negras halladas junto a las sepulturas de los propósitos, largas hojas de árboles obscenos que agitan las ramas en las márgenes oídas de los ríos infernales del alma.
Sí, escribir es perderme…

Escribir es olvidar. La literatura es la manera más agradable de olvidar la vida.

Este libro es mi cobardía.

Escribo demorándome en las palabras, como ante vidrieras en las que nada veo… Escribo acunándome, como una madre loca a un hijo muerto.

Palabras ociosas, perdidas, metáforas sueltas, que una vaga angustia encadena a sombras… Vestigios de mejores horas, vividas no sé donde, en bulevares… Lámpara apagada cuyo oro brilla en lo oscuro por la memoria de la extinta luz… Palabras lanzadas, no al viento, sino al suelo, deslizándose desde los dedos sin fuerza, como hojas secas que en ellos hubiesen caído desde un árbol invisiblemente infinito…

Siendo niño ya escribía versos. Por aquel entonces escribía versos muy malos, pero me parecían perfectos. Nunca más volveré a tener el placer falso de producir obras perfectas. Lo que escribo hoy es mucho mejor. Es mejor, incluso, que lo que podrían escribir los mejores. Pero está infinitamente por debajo de aquello que yo, no sé por qué, siento que podía –o quizás que debía- escribir. Lloro sobre mis versos malos de la infancia como sobre un niño muerto, un hijo muerto, una última esperanza que se fue.

Si un hombre escribe bien sólo cuando está borracho le diré: emborráchate. Y si me dice que su hígado sufre por eso, le respondo: ¿qué es tu hígado? Es una cosa muerta que vive mientras tú vives, mientras que los poemas que se escriban vivirán sin mientras.

Me gusta decir. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades corpóreas. Quizá porque la sensualidad real no tiene para mí interés de ninguna especie -ni siquiera mental u onírica-, se me transmutó el deseo hacia aquello que en mí crea ritmos verbales, o los escucha de otros. Me estremece el oír hablar con propiedad.
...Y así muchas veces, escribo sin querer pensar, en un devaneo externo, dejando que las palabras me hagan fiestas, criatura niña en la falda de ellas. Son frases sin sentido, que se suceden mórbidas, en un flujo de agua sentida, olvidadas del arrojo en el que las olas se pierden y se confunden, convirtiéndose siempre en otras, sucediéndose a sí mismas...





Fernando Pessoa, como Bernardo Soares
fragmentos de "Libro del desasosiego", traducción Santiago Kovadloff, Emece





domingo, 16 de julio de 2017

lo bello del "no hay" - 6






Todas mis mañanas amanecen arropadas con tu atardecer,
Tú te duermes en mi hoy, yo despierto en tu ayer,
Cuando tengo que bajar, te dan ganas de subir,
Yo quiero llegar, cuando tú te quieres ir.

Todos los descubrimientos tienen muchas ganas de encontrarte,
Hasta las estrellas usan telescopios pa´ buscarte,
Dentro de los accidentes imprevistos y las posibilidades, eventualidades, choques estelares.

La casualidad de poder vernos se escapa,
Somos diferentes cielos en un mismo mapa,
Échale sal al café, no está mal ir a probar,
Tenemos la misma sed, con distinto paladar. 

Nuestra coordenada no es lo único que va girando,
Si caminamos al revés,
Nos estaremos encontrando.

No hay señal de mis satélites, ni de tus astros,
Tú pierdes mi rumbo, cuando yo pierdo tu rastro,
Y aunque perder tus pasos sea parte de mi rutina,
El suelo sonríe cada vez que tú caminas.

Y tú aquí y yo allá,
Y yo aquí y tú allá. 




Residente, Soko  - "Desencuentro", video oficial



jueves, 29 de junio de 2017





ciruelo de mi puerta:

si yo no regresara,

la primavera siempre volverá.

Tú, florece.








Anónimo, Japón, Siglo XII




viernes, 7 de abril de 2017

no es caída





No es caída.
Aunque sea tiempo de caída
y todo caiga a nuestro alrededor.

No es sangre seca
aunque en los dedos quede
polvo rojo.

No te lo creas.
Es fruto y bendición de otoño
y dentro se sostiene. Es primavera,
dentro.

Tenemos todo el cuerpo por delante
y cuatro manos para abrirnos paso.





Vanesa Pérez-Sauquillo, en "Bajo la lluvia equivocada", Hiperión, 2006