También
en este tiempo tuvo
tiempo
de nacer un volcán
que
echaba fuego a borbotones
o,
más bien dicho, este volcán
echaba
sueños a caer
por
las laderas de Colombia
y
fueron las mil y una noche
saliendo
de su boca mágica,
la
erupción magna de mi tiempo:
en
sus invenciones de arcilla,
sucios
de barro y de lava,
nacieron
para no morir
muchos
hombres de carne y hueso.