"...toda la vida termina en la noche, pero iluminarla es vuestra misión..."
lunes, 29 de diciembre de 2014
sábado, 27 de diciembre de 2014
cuando la publicidad es un placer...
Este spot de Air France 2011 se llamó "El vuelo",
sus bailarines son Benjamin Millepied y Virginie Caussin,
el lugar: en el desierto marroquí, Ouarzazate, un espejo de 400 metros cuadrados
que reflejaba al cielo y a los bailarines
la música: adagio del concierto para piano número 23 de Mozart,
por la orquesta sinfónica "Les Siecles"
lunes, 22 de diciembre de 2014
balada para mi muerte
Hoy vuelvo a subir este "poema" cantado por la increíble Mina, y escrito por Horacio Ferrer, en su recuerdo:
Moriré
en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.
Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrázame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.
Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!
Mina & Astor Piazzolla, "Balada para mi muerte", letra de Horacio Ferrer
miércoles, 17 de diciembre de 2014
heme aquí raíz...
Chantal Maillard, "Heme aquí raíz" en "Conjuros", 2001
jueves, 11 de diciembre de 2014
cuando la prosa es un poema...
407.
Dios
me creó para niño, y me mantuvo niño siempre. ¿Pero por qué permitió que la
Vida me golpease y me quitase los juguetes, y me dejase solo en el recreo,
arrugando con manos tan débiles el delantal azul sucio a fuerza de tantas
lágrimas derramadas? ¿Si yo no podía vivir sino mimado, por qué me privaron del
cariño? Ah, cada vez que veo en las calles un niño que llora, un niño exiliado
de los otros, me duele, más que la tristeza del niño, el horror desprevenido de
mi corazón exhausto. Me sufro con todo el peso de la vida sentida, y son mías
las manos que retuercen la punta del delantal, mías las bocas torcidas por el
llanto verdadero, mía la debilidad, mía la soledad, y las risas de la vida
adulta que pasa me usan como luces de fósforos frotados en el estuche sensible
de mi corazón.
Fernando Pessoa como Bernardo Soares, "407" en "Libro del desasosiego", Emecé, 2010
miércoles, 3 de diciembre de 2014
escribir cartas...
139
Aprendí a escribir para escribirte cartas
Aprendí a leer para leer tus cartas
Aprendí a contar para contar tus cartas
Aprendí a caminar para no hacer ningún paso hacia ti.
189
Voy a escribirte cartas
donde no habrá ni una palabra
de coquetería, de juego, de bravata,
de halago, de mentira, de afectación,
de piedad, de insolencia, de maldad,
de especulación, de alienación…
Voy a escribirte cartas
donde no habrá ni una palabra.
Vera Pavlova, 139 y 189 en “Letras a la habitación
de al lado. Mil y un poemas de amor"
lunes, 24 de noviembre de 2014
revelación
Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo solo a medias
y ya casi no como.
No es posible vivir
con ese rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.
Rosario Castellanos, http://amediavoz.com/castellanos.htm
viernes, 21 de noviembre de 2014
Sigmund Freud - Hilda Doolittle (1)
Era hermoso
el viejo
yo lo sabía sabio
y encontré verdades sin medida
en sus palabras,
su mandato
fue definitivo.
(¿Cómo entendía?)
Cuando viajé a Mileto
para alcanzar la sabiduría,
dejé todo atrás,
me apuré,
trabajé hasta tarde,amanecí temprano;
o usé vestimentas simples
o intrincadas
nada se perdía,
cada vestido significaba algo,
“cada gesto es sabio”,
él pensó;
“nada está perdido”
él dijo;
me fui tarde a la cama
o temprano,
atrapé el sueño
amanecí soñando
y escribimos filosofía en el contenido del sueño,
yo era el contenido.
…………………………………………………………
Oh, él era bello
aún cuando aplastaba las palabras
contra los dientes,
él dijo,
“pronto estaré muerto
debo aprender de los jóvenes”.
Su tiranía era absoluta,
por lo que tuve que amarlo,
tuve que reconocer que estaba
más allá de los otros hombres,
cerca de Dios
(era tan viejo)
tuve que rogarle
perdón,
él lo aceptó
con su vieja cabeza
tan sabia,
tan hermosa
con su boca tan joven
y sus ojos.
Oh Dios,
deja que para él haya sorpresas en el cielo,
porque nadie salvo tú puedes inventar
algo apropiado
para él,
tan hermoso.
………………………………………………………...
Tuve dos amores separados;
sólo Dios, quien ama las montañas,
sabía por qué
y entendió
y le dijo al viejo
que explique
lo imposible
lo cual él hizo.
¿Qué le habrá dado Dios al viejo,
que hizo esto posible?
………………………………………………………...
No,
no vacilé,
vi todo el milagro,
sabía que el viejo volvía esto soportable,
pero ¿cómo podía él ver, más allá,
lo imposible?
¿Cómo pudo saber
que cada gesto de esta bailarina
sería hierático?
Palabras fueron garabateadas en papiros
palabras fueron escritas cuidadosamente,
cada palabra fue separada
aún cada palabra dirigida a otra palabra,
y todo hizo ritmo
en el aire,
hasta ahora no adivinado,
ignorado.
Yo estaba enojada con el viejo,
quería una respuesta,
una pulcra respuesta,
cuando discutí y dije “bueno, dígame,
usted morirá pronto,
el secreto yacerá con usted”,
él dijo,
“eres poeta”;
No deseaba ser tratada como una niña, una débil,
entonces dije,
(estaba enojada)
“no puedes durar para siempre,
el fuego de la sabiduría se va contigo,
he viajado hasta Mileto,
no puedes permanecer mucho más con nosotros,
he venido por una respuesta”.
Estaba enojada con el viejo,
con su charla sobre la fuerza del hombre,
estaba enojada con su misterio, con sus misterios,
discutí hasta que el día terminó.
Oh, era tarde,
y Dios perdonará mi furia,
pero yo no podía aceptar.
Él perturbará el pensamiento de los hombres
aún por mucho tiempo,
ellos viajarán a lo ancho y a lo largo
discutirán todos sus trabajos escritos,
su pluma será sagrada
construirán un templo
y guardarán sus escritos,
y los hombres vendrán
y pelearán
pero él estará a salvo;
erigirán templos en su nombre,
su fama
será tan grande
que cualquiera que lo haya conocido
también será aclamado maestro,
profetizar,
interpretar.
Sólo yo,
yo escaparé.
Y fue él, él mismo, quien me liberó
de profetizar,
él no dijo
“quédate,
mi discípula”,
no dijo,
“escribe,
cada palabra que yo diga será sagrada”,
no dijo “enseña”
no dijo,
“cura
o pon el sello
a documentos en mi nombre”.
No,
él era bastante indiferente,
“no discutiremos eso”
(dijo)
“eres poeta”.
Entonces me alejé
algo cegada por esa clase terrible de lágrimas
que no caen;
dije adiós
y vi su vieja cabeza
cuando se daba vuelta
mientras abandonaba la habitación
dejándome sola
con sus viejos trofeos,
los mármoles, los vasos, la esfinge de piedra,
los viejos, viejos cántaros egipcios;
me dejó sola con esas cosas
y su vieja espalda estaba encorvada.
Hilda Doolittle, Fragmento de su poema "El Maestro", dedicado a Freud, Traducción Martha Pérez, El Sigma, 18/08/05
lunes, 17 de noviembre de 2014
atardece
es
la hora en la que el vivir duda.
una
línea en sesgo dibuja
sobre
la medianera
de
un edificio
la
frontera entre el día y su sombra
la
avidez y el abatimiento.
ni
más allá ni más acá: ni dios ni
yo,
sólo márgenes,
líneas
fatiga
de nombrar los afueras
de
cada nombre
cornisas
y umbral hacia lo que calla,
lo
que sólo el fracaso, a veces,
en algún atardecer,
escucha.
al
comienzo se busca
lo
alto, después, caída a caída,
se muere raíces.
Hugo
Mujica, “Atardece” en “Noche abierta”, Pre-textos Poesía, 1999
lunes, 10 de noviembre de 2014
"...por alguna herida que no ubico"
La
mirada, la mía, adherida a los chirridos de las cosas. Mundo de silencio. Yo
preciso inventarme en la noche, con palabras que tanto me cuestan. Y es siempre
la sed ávida, aviesa, triste, como llevar un color marchito en la mano, una
pluma desplumada. Me trago mi sed, me la bebo, la rumio con hastío invisible.
Cada noche mi mirada se rebela. Mis ojos se toman en serio, se recuerdan, se
comprometen: descartan los muelles y el río y los libros y las caras que
sucedieron bajo el sol de agosto. Se abren mis ojos. Me obligan a seguirlos por
altitudes de sombra y silencio y vientos y frío.
Pero para saberlo necesito escribir.
Sola no puedo enterarme de mí ni lo deseo. La complicidad de la palabra que mis
ojos enjaulan es una especie de campana de mi soledad. Cuando leo que dije
soledad o silencio me descubro al instante, en un rincón de la habitación
miedosa y perdida pero reencontrada de alguna manera. Aunque nada de esto tenga
que ver con la validez o deficiencia de lo que escribo, sé, de una manera
visionaria, que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es vago,
es lejano, pero lo sé y lo aseguro. Tal vez ya sienta los síntomas iniciales:
dolor en donde se respira, sensación de estar perdiendo mucha sangre por alguna
herida que no ubico.
Alejandra
Pizarnik, fragmento del 11 de agosto de 1962 en “Diarios”, Lumen, 2010
viernes, 31 de octubre de 2014
carta lacaniana
Señor
Contador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires S / D
Señor: me dirijo a usted y por su intermedio a
la Comisión Directiva de esa institución para dejar constancia escrita, vale
decir "a la letra" (cfr. Écrits) de que en el acto de pago a mis
conferencias sobre Edgar Poe ha quedado un residuo, como diría el doctor Lacan,
que usted, como psicoanalista, debería poder analizar. Ante todo: me doy cuenta
de la incompatibilidad que existe entre la función de contador y la de
analista. El analista escucha; el que cuenta, o sea el contador, es el
paciente. Que usted, doctor, deba sobrellevar en la Escuela Freudiana un cargo,
el de contador, por completo antagónico con su profesión habitual, nos ha
creado quizá este pequeño problema que, sin embargo, no puede ser resuelto
transfiriéndomelo a mí. En cuestiones de sexo y de dinero, me han dicho que ha
dicho Freud, hay que hablar claro. Puede que yo no fuera del todo explícito
cuando fijé mis honorarios en setecientos cincuenta mil pesos por conferencia,
pero muy oscuro no puedo haber sido puesto que eso fue, exactamente, lo que se
me pagó por mi primera charla, y, para que la exactitud resultara incluso
cronológica, tal pago se efectuó la misma noche del acto. Connotaciones
prostibularias al margen, le hago notar que, en cambio, para mi segunda charla
no sólo se decidió mitigar mis honorarios, sino que, concluido el acto, no
había nadie en su oficina siquiera para informarme de la informal merma. Al día
siguiente, y por procuración, me enteré de que sólo recibiría dos tercios de lo
acordado (y, si no acordado, al menos re-cordado, por mí, que tenía presente lo
acontecido la semana anterior), dos tercios, hago notar de paso, aleatoriamente
desvalorizados por la súbita caída del peso argentino, devaluación que ni usted
ni yo podíamos prever, aunque quizá el homo económicus que hay en usted,
estimado contador-analista, esté más capacitado que yo para evaluar.
O de otro modo: siento que, por lo menos,
se me adeudan doscientos cincuenta mil pesos. Y digo "por lo menos"
no porque reclame indexación por la citada caída del peso, sino porque, en
casos como éste, se acostumbra, por lo menos, la cortesía de una disculpa.
No he consultado esto con mi analista
porque, acaso desdichadamente, no me analizo, tal vez usted pueda consultarlo
con el suyo y lleguemos finalmente a un cuerdo acuerdo. Mientras tanto le
confieso que mi planteo es puramente ético. Y por más de una razón. Si usted,
doctor, ha leído bien a Freud y a Lacan advertirá, en primer término, que si yo
no cobro por lo que hago, en realidad estoy pagando. Llamémosle a esto complejo
de culpa y verá en qué aprieto me pone usted con su actitud: ¿qué error o falta
de decoro cometí yo al dar esas conferencias (o antes, tal vez en mi infancia)
para tener que pagar por ellas? Si no cobro, señor, deberé tal vez analizarme
para descubrirlo, lo cual, espantosamente, me obligaría a pagar acaso
innumerables sesiones a un psicoanalista para re-cobrar, pagando, lo que pagué
por no cobrar. No puede ser ésta la solución. A menos que mi analista fuera
usted y yo no le pagara, o yo lo analizara a usted cobrándole lo que me debe
por mis conferencias, más unos centavos simbólicos, para evitarle una mala
transferencia.
La otra cuestión ética, es casi estética.
Soy escritor. Hace veinticinco años que vengo luchando por la dignidad del trabajo
intelectual. En una sociedad como la nuestra, parte de esa dignidad consiste en
que la inteligencia sirva, materialmente, para vivir. Si usted hubiese estado
presente en mis charlas sobre Edgar Poe ya sabría qué significó para ese
hombre, asumir esa ética. Sin contar con que, de haber estado usted, la deuda
de su institución conmigo sería menor en veinte mil pesos, ya que, poéticamente
al menos, su pago de la entrada habría llegado a destino, como la carta famosa
que recuperó el chevalier Dupin y que analizó el doctor Lacan. Pero acaso juzgo
mal y usted estuvo. Entonces, señor, quedo su amigo, pues usted como analista
ya pagó, aunque no a mí, y en todo caso escuchó lo que pienso sobre la ética,
la poesía y la inteligencia, y no hace falta repetirlo.
Si
esto es así, me disculpo yo. Y, al desagraviarlo, desagravio en efigie a toda
la comisión directiva de la Escuela Freudiana, a la que dono esa residual
tercera parte de mis honorarios para que, por ejemplo, hagan arreglar el
micrófono que no siempre funciona como debe, por decirlo así.
Saludo en usted cordialmente al analista,
me despido para siempre del contador y, si ha tenido la paciencia de leer hasta
el fin esta carta, deploro que esa paciencia lo haya convertido,
por un rato, en mi paciente.
Abelardo
Castillo, "Carta lacaniana" en “Las palabras y los días”, Editorial Seix Barral, Biblioteca
Breve, San Pedro, 1981
sábado, 18 de octubre de 2014
"el que tiene sed" - 1
"...O no había
descubierto esa misma tarde que no es el alcohol lo que emborracha. No es el
alcohol, es el estado de ánimo, el estado de ánimo con que se lo toma. Y ella
le creyó. Claro que cuando lo explicó estaba sobrio..."
"...Lo
veía todo muy claro ahora... El mundo. Y su relación con el mundo. El por qué
de su relación con el mundo y el por qué de su relación con Mara (con todas las
mujeres, sí, pero especialmente con Mara), y el por qué de que a veces, durante
la noche, todavía se creyera capaz de terminar su libro, y aun muchos otros
libros que les hablaran a los hombres de otro hombre, de Esteban Espósito, con
una voz tan angelicalmente bella y demoníaca que ellos se espantarían de sí
mismos si eran perversos y, si no lo eran, quizás comprenderían que él de veras
se había crucificado inmundanamente, y se estaba matando, y se había hecho
odiar por todos los que alguna vez lo amaron y ya había dejado de amar, y casi
no podía sentir un solo sentimiento humano, por la pasión de ser feliz... por
la locura de que todo hombre y aun toda cosa fueran bellos y felices, motivo
por el cual se fue convirtiendo en lo que era, un egoísta hijo de puta, un
sórdido egoísta hijo de puta que se emborrachaba por miedo a vivir y se
acostaba con otras mujeres por miedo a vivir y no era capaz de confesarle a
Mara que nunca la había querido por miedo a vivir, y a dejarla vivir, y ya ni
siquiera escribía por miedo a vivir."
"...Con
una alegría angélica, con un dolor absoluto, purísimo, como el que debe sentir
un animal con el vientre rajado, escribió. Escribió sobre su cobardía y su
egoísmo, y era consciente incluso del egoísmo y la cobardía que significaba la
liberación de escribirlo."
"...Y
yo supe que no estaba preparado para nada de lo que fatalmente iba a ocurrir,
no al menos sin antes echarle mano a esa botella, y aunque no tuviera la menor
idea de qué era lo que iba a ocurrir, ignorancia que se debía, justamente, al
hecho demencial de no haberle echado mano a la botella. Nadie puede captar la
realidad real, el mundo y su variedad infinita, simultáneamente y tal como es,
estando sobrio."
"...Mientras
tanto pensé. Calmado y lúcido, pensé. Me sentía como una batería recién
cargada, tragué la primera medida doble con la decisión con que un tigre en
ayunas le da su primer dentellada a una media res, de inmediato me invadió una
especie de felicidad clarividente que era lo más parecido del mundo a la salud
perfecta... Ahí residen el misterio y el secreto del alcoholismo, y el que diga
cualquier otra cosa miente. Que uno después se emborrache, es un accidente: el
día que yo descubriese el límite, el inútil vaso donde esa felicidad se borra,
el mundo iba a conocer una especie de Nuevo Elogio de la Locura que iba a dejar
a Erasmo de Rotterdam a la altura de un gorgojo..."
"Tengo
orden de no servirlo, señor" oyó Espósito.... Lo inesperado produce dos
efectos. O por lo menos dos. Lo inesperado es el fundamento de lo cómico; ahí
está uno de los efectos. El otro efecto es el miedo... Lo que Espósito pensó
puede expresarse así: Yo siento que esto carece de gracia; yo tengo
miedo."
Abelardo
Castillo, fragmentos de "El que tiene sed", Seix Barral Biblioteca Abelardo Castillo, Grupo Editorial Planeta, 2005
domingo, 5 de octubre de 2014
Pablo Neruda y sus casas (3)
"Cantalao"
"Durante grandes años compartí mi vida con el mar. De haber disfrutado tanto del reposo y del trabajo en la soledad marina, me entró un vago remordimiento, ¿Y mis compañeros? ¿Mis amigos o enemigos escritores? ¿Tendrán ellos este lujo creativo de trabajar y descansar frente al océano?" escribió Neruda.
Por eso, cuando en Punta de Tralca –balneario cercano
a Isla Negra- se pusieron terrenos en venta, el poeta reservó uno de 4.3 hectáreas para
construir una colonia de escritores y científicos. Lo bautizó “Cantalao”,
pueblo imaginario de uno de sus primeros poemas. Allí edificó esta cabañita de
troncos, con puertas y ventanas con vidrios de colores, dirigida bien hacia el
sur, e instaló un ancla simbolizando su deseo de permanecer en el lugar.
Neruda legó Cantalao al pueblo de Chile a fin
de que se creara una entidad sin fines de lucro para la difusión de las letras,
las artes y las ciencias, con el deseo de que se pudieran habilitar dependencias
donde reunir a escritores, artistas, científicos, investigadores... La Fundación Pablo Neruda
dice que este proyecto es una de sus tareas pendientes!
No se puede ingresar a la cabaña. Aquí, desde el exterior de una de sus ventanas ... mostrando el interior, el mar más allá de la cabaña y a su vez, reflejado el paisaje detrás de mí. |
Tengo entendido que la Fundación mantiene un parque ecológico y de esculturas en la playa debajo del acantilado (yo no lo visité), además de un anfiteatro natural para eventos literarios y musicales.
así se ve la cabaña en la soledad del terreno (las fotos son de marzo de 2012) |
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Pablo Neruda
viernes, 3 de octubre de 2014
Pablo Neruda y sus casas (2)
"Isla Negra"
El mar
El Océano Pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana...
"La llave
Me he dado cuenta de que cuanto extravío en la casa se lo ha llevado el mar. El mar se cuela de noche por agujeros de cerraduras, por debajo y encima de puertas y ventanas.
Como de noche, en la oscuridad, el mar es amarillo, yo sospeché sin comprobar su secreta invasión. Encontraba en el paragüero, o en las dulces orejas de María Celeste gotas de mar metálico, átomos de su máscara de oro. Porque el mar es seco de noche. Guardó su dimensión, su poderío, su oleaje, pero se transformó en una gran copa de aire sonoro, en un volumen inasible que se despojó de sus aguas. Por eso entra en mi casa, a saber qué tengo y cuánto tengo. Entra de noche, antes del alba: todo queda en la casa quieto y salobre, los platos, los cuchillos, las cosas restregadas por su salvaje contacto no perdieron nada, pero se asustaron cuando el mar entró con todos sus ojos de gato amarillo.
Así perdí la llave, el sombrero, la cabeza.
Se los llevó el océano en su vaivén. Una nueva mañana las encuentro. Porque me las devuelve una ola mensajera que deposita cosas perdidas a mi puerta..."
El mar
El Océano Pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana...
La casa de Isla Negra está inserta en un paisaje costero de mar, playa y roqueríos. Allí escribió "Una casa en la arena" (1966), de donde fueron extraídos los fragmentos expuestos.
"La llave
Me he dado cuenta de que cuanto extravío en la casa se lo ha llevado el mar. El mar se cuela de noche por agujeros de cerraduras, por debajo y encima de puertas y ventanas.
Como de noche, en la oscuridad, el mar es amarillo, yo sospeché sin comprobar su secreta invasión. Encontraba en el paragüero, o en las dulces orejas de María Celeste gotas de mar metálico, átomos de su máscara de oro. Porque el mar es seco de noche. Guardó su dimensión, su poderío, su oleaje, pero se transformó en una gran copa de aire sonoro, en un volumen inasible que se despojó de sus aguas. Por eso entra en mi casa, a saber qué tengo y cuánto tengo. Entra de noche, antes del alba: todo queda en la casa quieto y salobre, los platos, los cuchillos, las cosas restregadas por su salvaje contacto no perdieron nada, pero se asustaron cuando el mar entró con todos sus ojos de gato amarillo.
Así perdí la llave, el sombrero, la cabeza.
Se los llevó el océano en su vaivén. Una nueva mañana las encuentro. Porque me las devuelve una ola mensajera que deposita cosas perdidas a mi puerta..."
vistas desde la casa
fotografías de Mónica Pía
|
"Disposiciones", "Canto general", Pehuén, 2005
Compañeros, enterradme en Isla Negra,
frente al mar que conozco, a cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver.
.......................................
allí quiero dormir entre los párpados
del mar y de la tierra...
quiero ser arrastrado
hacia abajo en las lluvias que el salvaje
viento del mar combate y desmenuza,
y luego por los cauces subterráneos, seguir
hacia la primavera profunda que renace.
Abrid junto a mí el hueco de la que amo, y un día
dejadla que otra vez me acompañe en la tierra.
La voluntad del poeta se cumplió en diciembre de 1992, cuando sus restos fueron trasladados allí, junto a los de su esposa, Matilde Urrutia.
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Pablo Neruda
sábado, 27 de septiembre de 2014
Bioy Casares y sus fotos
de la muestra en El Cultural San Martín, Buenos Aires, hasta el 11 de octubre:
![]() |
Silvina Ocampo, leyendo en cama con mosquitero, Mar del Plata, 1965 |
![]() |
Jorge L. Borges con fotos de María Esther Vázquez Mar del Plata, 1964 Silvina Ocampo le escribió a Borges: "Imagino la publicación en Time: "He sees her everywhere" |
![]() | |
(se añade el reflejo de ventanal y de mi mano en la nueva toma) Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni, Alejandra Pizarnik, Manuel Mujica Láinez en la Estancia San Martín, Vicente Casares, 1965 |
domingo, 21 de septiembre de 2014
no sólo las flores...
Se repite una vez, más hacia el fondo
la húmeda primavera:
mete los dedos entre las raíces,
toca el hombre escondido.
Yo dormía allá abajo,
yo dormía.
Abre sus labios verdes,
se levanta:
es hombre, o planta, o río,
es ávida cintura,
es boca de agua.
Llegó la hora,
existo,
soy de luz y de arena.
..................................................................
Pablo Neruda, "Ciclo" en "Las manos del día", Edit. Losada, Bs. As., 1968
la húmeda primavera:
mete los dedos entre las raíces,
toca el hombre escondido.
Yo dormía allá abajo,
yo dormía.
Abre sus labios verdes,
se levanta:
es hombre, o planta, o río,
es ávida cintura,
es boca de agua.
Llegó la hora,
existo,
soy de luz y de arena.
..................................................................
Pablo Neruda, "Ciclo" en "Las manos del día", Edit. Losada, Bs. As., 1968
domingo, 14 de septiembre de 2014
herida
Nadie ha visto una herida de amor.
Nadie ha suturado un corazón roto de
ausencias
ni ha drenado el pus
de un cruel abandono.
No se han diseñado muletas
para amores quebrados
ni ha sido intervenido
bajo severos anestésicos
un sentimiento de amor
no correspondido.
¿Dónde resucitan
los muertos por amor
cadáveres excelsos, pese a todo?
Carmen Plaza
jueves, 4 de septiembre de 2014
"una eternidad... esperé este instante..."
Gustavo Cerati
una voz que no olvidaré
Gustavo Cerati, Entre caníbales, unplugged
jueves, 28 de agosto de 2014
Tinta. Mi único consuelo.
![]() |
dedicatoria de Alejandra Pizarnik para Aurora y Julio Cortázar, en su libro "Árbol de Diana", http://cvc.cervantes.es/literatura/libros_cortazar/libros_firmados04.htm |
1957 - Noviembre, domingo 24
Desalentada por mi poesía. Abortos, nada más. Ahora sé que cada poema debe ser causado por un absoluto escándalo en la sangre. No se puede escribir con la imaginación sola o con el intelecto solo; es menester que el sexo y la infancia y el corazón y los grandes miedos y las ideas y la sed y de nuevo el miedo trabajen al unísono mientras yo me inclino hacia la hoja, mientras yo me despeño en el papel e intento nombrar y nombrarme. Aparte de ello no olvido lo correspondiente al lenguaje, expresión, etc., materias en las que soy una completa intrusa.
1959 - 24 de junio
Yo debiera pintar. La literatura es tiempo. La pintura es espacio. Y yo odio el tiempo y querría abolirlo. Pero ni la pintura. Hablo de poder expresarme en un arte que fuera como un aullido en lo oscuro, terriblemente breve e intenso como la muerte.
1959 - Lunes, 28 de diciembre
El peligro de mi poesía es una tendencia a la disecación de las palabras: las fijo en el poema como con tornillos. Cada palabra se hace de piedra. Y ello se debe, en parte, a mi temor de caer en un llanto trágico. Y también el temor que me provocan las palabras. Además, mi desconfianza en mi capacidad de levantar una arquitectura poética. De allí la brevedad de mis poemas.
1969 - Domingo, 10 de agosto (madrugada)
Acaricié el sueño de vivir sin tomar notas, sin escribir un diario. El fin consistía en transmutar mis conflictos en obras, no en anotarlos directamente. Pero me asfixio y a la vez me marea el espacio infinito del vivir sin el límite de un "diario".
Busco una solución pues debiera buscar un puñal.
Alejandra Pizarnik, fragmentos de "Diarios", edición a cargo de Ana Becciu, Lumen, 2010
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